Rafael Vásquez Moya (a) Rafí (1933), junto a Jaime Colson (1901—1975), Rafael Arzeno Tavárez (1914—1972), Alberto Ulloa (1950—2011), Luisa Bordas Castellanos (1917—1999), Jorge Severino (1935), Luis Oscar Romero (1926—1987), Carlos de Mena Ortea (1926—2001), Camilo Carrau Villanueva (1937—2002), Servio Certad (1941), Ángel Muñiz (a) Pulín (1935), José Miguel Russo Fernández (a) Jochy Russo (1942—1994), Danilo de los Santos (1944), Miriam Morales (1934), Soucy Castillo de Pellerano (1928), Rafael Castillo (a) Rafo (1953), Eunice Castillo González (1951), Francisco Jiménez (a) Pery (1958), Francisco Santos (a) Frank (1962), entre otros tantos, son los más representativos pintores con que cuenta Puerto Plata dentro de la plástica dominicana.
En 1952 partió a la Universidad de Canadá a Estudiar Arquitectura, debido a la muerte de su padre ocurrida en el año 1955, tuvo que abandonar dichos estudios y regresó a Puerto Plata.
El 23 de junio de 1956 se inició en la masonería a través de la Logia Restauración No. 11, de Puerto Plata.
Se estableció en España para estudiar Arquitectura, realizando varios años. Abandonó nuevamente sus estudios y regresó a su ciudad natal.
El Consejo de Estado, presidido por el Lic. Rafael F. Bonnelly, lo nombró mediante el Decreto No. 7744 del año 1962 como Secretario de Primera Clase en la Embajada en Canadá.
En 1963 se inscribió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo para continuar sus estudios de Arquitectura, faltándole dos semestres abandonó dicha carrera.
Casó en Primeras nupcias con Maruka Heinsen y procreó tres hijos: Rafael Ramón, George Alberto y Juan Diego Vásquez Heinsen.
Se matrimonió en segundas nupcias con Mirki Hart y tuvo una hija: Fernanda Gabriela Vásquez Hart, casada con Juan Carlos Morales Plá.
Desde hacía varios años vivía solo y soltero. Dedicado exclusivamente a la pintura, la acuarela y la decoración. Hablaba y escribía inglés.
El crítico de arte José Miguel Veras ha sostenido sobre él: “Rafi Vásquez es un recreador de la geografía dominicana, de sus paisajes marinos, montañosos, palmeros, celestiales y urbanos cuando la mirada de puertoplateño sentimental se vuelca sobre las imágenes de lo que fue un “pueblito encantador”, repleto de victorianismo arquitectónico y escenas populares. Es recreando la geografía nativa y nacional que le “parece que estaban diseñando el mundo esta parte la diseñaron en acuarela”.
El crítico de arte Danilo de los Santos lo ha calificado así: Rafi Vásquez es una personalidad abierta, franca, amable y resuelta en los naturalismos cotidianos, de la vivencia que mezclan inocencia y libertad. En ese sentido su obra, en la cual realmente se aferra a los localismos de la tierra nativa, expresa su aroma de testigo de aquí, de allá y de acullá. Es por esa trashumancia emocional que él redacta como “recuerdos”—así llama a sus paisajes—las anotaciones de una estadía en Nueva York, los amaneceres de una residencia epocal en Gurabo, comunidad de Santiago y las estampas irrepetibles y desaprécienles de Puerto Plata. Como tratadista de sus temas específicos, especialmente del paisaje a la acuarela, al pastel y con acrílica, este pintor suele elevarse utilizando el formato a veces amplio, muy amplio.
“A pesar de la preferencia por ese medio técnico y por el paisaje, él ha trabajado el óleo y el pastel, reproduciendo motivos florales, desnudos y retratos. Si en el desnudo se produce la reverencia de un entusiasmo del cuerpo adánico—cuerpo de “hembro”, lo denomina–, sobre todo en retrato también masculino, él expresa una emoción psicológica dual: por un lado consigue calar la belleza anímica del modelo proyectándose el pintor a la vez como un seductor visual”. (Memoria de la pintura dominicana. Convergencia de generaciones. 1940—1950, tomo 3. Santiago, impresión Vista color, 2004, página 31. Centro León Jimenes).
Rafí Vásquez, conjuntamente con Alberto Ulloa (fallecido), Jorge Severino (fallecido) y Servio Certad, eran los cuatro mejores pintores puertoplateños y más altamente cotizadas sus obras de arte en el país y el extranjero.