¿Será verdad que, de todo el crecimiento económico en tres décadas, el 85% favoreció a los dueños del capital y el 15% a los trabajadores? Los datos sobre la evolución del mercado de trabajo, particularmente los salarios, inducen a pensar que la distribución se ha hecho más dispar ¿pero tanto?
Ojo, que no estoy cuestionando la existencia de un enorme desequilibrio social; lo que quiero enfatizar es que, si eso es así ahora, también lo era antes, al comenzar la serie analizada, por lo que no habría explicación a que el gráfico se incline hacia un solo lado con el tiempo. Repito el gráfico aquí para los que no recuerdan la entrega anterior.
Incluso hay otros datos que dicen lo contrario: el coeficiente de Gini se ha reducido, señal de mejor distribución. En el año 2000 era de 0.511 y en 2022 había bajado a 0.376. Una sustancial reducción; indica que la desigualdad disminuyó, en vez de aumentar.
Advierto que hay diferencias conceptuales entre lo que se intenta medir por ambas vías: el coeficiente de Gini mide la distribución personal de la renta, es decir, intenta captar las diferencias de ingresos entre dos personas, aunque las dos sean asalariadas, rentistas o empresarios; al revés, el cálculo en el gráfico mide la distribución funcional (o factorial), es decir, trata sobre ingresos por salarios sin atender a qué tipo de salarios.
Un funcionario que gana un millón de pesos mensuales y alguien que solo gana diez mil, ambos caen en la misma categoría de asalariados. A la vez, alguien que percibe ingresos del capital puede recibir menos que un asalariado. Pero alguna relación tiene que haber, pues en todas las épocas y teorías se ha asociado el ingreso salarial con estratos bajos y los ingresos del capital (utilidades, intereses y alquileres) con estratos altos.
Si bien hay salarios muy altos, al ser un número reducido de casos, su efecto se diluye en los cálculos a nivel macro, cuando se promedian con los de millones de obreros, sirvientes, policías y “guachimanes”.
Mi percepción es que los cálculos de la distribución funcional expuestos en el gráfico pueden no estar reflejando del todo la realidad, que puede haber algo mal en las cifras. Es necesario aclarar que, con la medición del excedente del capital ocurre lo mismo que con la productividad, como indicábamos en un artículo anterior: que ambos se calculan de manera residual.
Esto es, primero se mide cuánto creció la economía, y por otro lado se miden los ingresos de los trabajadores. De haber algún error en las estadísticas del PIB, entonces toda la diferencia se cargaría a los ingresos del capital, porción que podría estar resultando sobredimensionada en el cómputo.
Igualmente puede haber un problema estadístico si las encuestas del mercado laboral subvalúan el empleo o los salarios. Esto puede ser cierto si la gente declara menos ingresos que lo efectivamente percibido; pero eso ocurre si lo subdeclara ahora pero no lo hacía antes. Sin embargo, parece no ser el caso, puesto que los reportes de afiliados a la seguridad social confirman salarios bajísimos, y la propia legislación sobre salarios mínimos destaca en nuestro país por disponer montos muy modestos.
Ahora bien, con error o no, nadie discute que la economía dominicana tiene más de medio siglo creciendo bastante. Por tanto, está claro que aumentó significativamente la productividad del trabajo, al tiempo que redujo la participación en el ingreso del sector trabajador.
Un informe del 2012 de la OIT titulado Crecimiento, empleo y cohesión social en la República Dominicana, se extraña con este fenómeno. El estudio fue expuesto en el país en 2014 en un evento organizado conjuntamente con el FMI y el Banco Central. Para el mismo, la OIT seleccionó a los países latinoamericanos de mayor crecimiento del ingreso per cápita, concluyendo que “…como era de esperar, hay una relación positiva entre el crecimiento del PIB per cápita y el de los salarios reales promedio”. En el documento aparece la información de que la República Dominicana fue la única economía de alto crecimiento del ingreso per cápita durante el período en que el salario real no creció.
En particular, al comparar con otros países de la región, encuentra como algo exclusivo de la República Dominicana la paradoja entre el incremento de la productividad media del trabajo y la reducción de los salarios reales. “La paradoja dominicana -alto crecimiento, disminución de salarios, pobreza e informalidad persistentes- ha atraído la atención de investigadores y observadores”.
Advertimos que ese informe es de hace una década, y después de eso las cifras sí reflejan alguna mejoría de salarios reales y disminución de la pobreza (este gobierno y el anterior han hecho intentos por atenuar el problema), pero “atenuarlo tan tenuemente” que no se corresponde con lo que se esperaría para una economía de alto crecimiento.