En una serie de artículos de las pasadas semanas me cuestionaba sobre las razones del persistente incremento de la productividad en la República Dominicana, al tiempo que invitaba a otros colegas a ayudarme a encontrar una explicación. Algo parecido ocurre con la distribución funcional del ingreso nacional que se deriva de los datos de las cuentas nacionales y del mercado de trabajo.

La distribución funcional nos permite ver separadamente la parte del PIB que les tocó a los trabajadores asalariados, la parte de los que se ganan la vida mediante trabajo independiente y, por diferencia, lo que sería el ingreso del capital (llamado también en las cuentas nacionales, excedente del capital o excedente de explotación).

El gráfico anexo muestra que, a menos que los datos contengan algún error, casi la totalidad del crecimiento económico fue absorbido por los ingresos de capital. En el año 1991 el PIB dominicano era de 124 mil millones de pesos, pero, para elaborar el gráfico, al tiempo de cubrir un período extenso, lo valoramos todo en pesos del 2007 y lo expresamos neto de impuestos directos porque lo que nos interesa conocer es los ingresos que efectivamente recibieron los agentes privados (al final de este artículo les expongo una nota metodológica, para los interesados en el tema).

En este caso, el valor del PIB, con dichos ajustes, ascendió a alrededor de RD$567 mil millones en el 1991. Del indicado monto, el 20.3 por ciento fue a parar a los trabajadores asalariados (excluidos patronos) y el 19.3% a los trabajadores por cuenta propia; en conjunto, el ingreso del trabajo sería 40 por ciento del total.

Por diferencia, el 60% le tocaria a los dueños del capital. No todo es dividendos, ya que el concepto de ingresos del capital incluye todos los pagos a factores que no sean el trabajo, como utilidades retenidas por la empresa, intereses, alquileres y rentas en general, así como la depreciación.

De acuerdo con las cifras, ya para el 2022, el PIB habría aumentado a RD$2.75 millones de millones, indicando que en esos 31 años se produjo un cambio monumental, de modo que el PIB casi se quintuplicó en términos reales, pues se multiplicó por 4.86 (indica que aumentó en 386%)

Mientras tanto, el ingreso de los trabajadores asalariados se triplicó (196% de aumento) y el de los trabajadores independientes poco menos que se duplicó (se multiplicó por 1.85); pero al mismo tiempo, los ingresos del capital se multiplicaron por 6.48 (se incrementaron en 548 por ciento).

Esto significa que, en términos relativos, la participación laboral en el ingreso nacional cayó de 40% a 20%, correspondiendo de eso a los asalariados el 12.4% y a los que trabajan por cuenta propia el 7.5%. Por diferencia, el excedente del capital habría aumentado de 60% a 80%.

Ciertamente, en valores absolutos el ingreso de los trabajadores subió de 226 mil millones a 545 mil millones de pesos, sumando ambos grupos (asalariados e independientes); quiere decir que aumentó en 141%; pero lo extraño del caso es que dicho incremento no se produjo por mejorías salariales, sino que se explica casi en su totalidad porque ahora se trata de más trabajadores.

Si el ingreso real del conjunto de trabajadores se incrrementó en 141%, mientras el total de trabajadores ocupados aumentó casi en la misma proporción (en 130%), al pasar de dos millones a 4.54 millones de personas, significa que, en promedio, a cada trabajador le tocó prácticamente lo mismo que hace tres decenios. En tal caso, a los que trabajan prácticamente les habría resultado indiferente que el PIB creciera o no. Lo único que ganaron fue que, como ahora son muchos más, una parte no se quedaran sin trabajo.

De acuerdo con estos datos, el 85 por ciento de todo lo que aumentó el PIB entre 1991 y 2022 fue a parar a las cuentas de los capitalistas; o por mejor decir, de otros que no fueron los trabajadores y a estos solo el 15%.

Eso no puede ser.  Aquí hay algo que anda mal. Este es un cambio tan exagerado que amerita más investigaciones. Todos entendemos que la sociedad dominicana es socialmente poco cohesionada, pero siempre fue así. ¿Existe evidencia de que se haya profundizado tanto la desigualdad en los últimos tiempos?