Siempre que nos preguntamos sobre el origen de algo que no entendemos, hacemos alusión a la pregunta de este título. En esta reflexión, el tema es, como siempre, uno de alta preocupación para toda nuestra sociedad y que tiene consecuencias graves en el discurrir de la vigencia de los derechos ciudadanos: el autoritarismo y la violencia. Porque no comprendemos cuál es su origen, pero los ejercemos de manera cotidiana, natural y muy asumida, para luego que sufrimos las penosas consecuencias, entonces quejarnos y lamentarnos de ese ejercicio que todos tenemos normalizado.

Y cuando pensamos en el origen nos remitimos a las dictaduras, y le endilgamos la responsabilidad a Trujillo, o a Lilís. Pero y ellos, son acaso, el huevo, o la gallina? Pues no, no lo son, porque no son el inicio del fenómeno, han sido parte de él. Y es que debemos remontarnos, aunque sí, nos parezca lejano o difícil de creer, a los inicios de la conformación de nuestra sociedad de hoy: la colonización y la esclavitud. La relación entre los amos europeos y los esclavizados africanos es el origen del autoritarismo, la violencia, el paternalismo y el clientelismo, lamentables consecuencias que al día de hoy sufre y seguirá sufriendo nuestra sociedad, porque de ello es que ha surgido y se reproduce. Y lo penoso es, que lo asumimos como bueno y válido, a pesar de que ello vulnera nuestros derechos, el curso de la democracia y es la raíz de nuestros peores conflictos sociales, entre ellos, como ejemplo las desigualdades laborales.

Pero para desenmarañar la historia de la esclavización, que no nos han contado, hay que ser muy historiador, y escudriñar sobre la esclavitud, que era la vida de los esclavos en esa situación, y la esclavización, que era la vida de los amos que esclavizaban. Y es mucha la diferencia. Aunque no lo conozcamos. Como ya sabemos, a finales del siglo XV llegan los invasores europeos, se establecen en estas ricas tierras a expoliarlas, y al poco tiempo, según la disponibilidad de brazos para el forzado trabajo de la explotación de tantos divinos recursos en tan ricas tierras “mal aprovechadas” que tenían los salvajes aborígenes, que, en nuestra isla, por estorbo fueron exterminados, entonces traen a los africanos, más fuertes y resistentes, para el trabajo de hacer riquezas con la expoliación ya iniciada.

No voy a centrar esta reflexión en la expoliación, sino en el proceso histórico en que se desarrolla la esclavización, esto es, la relación de los amos europeos hacia los esclavizados africanos, y sus consiguientes y respectivos herederos al paso del tiempo. No olvide tomarse en cuenta que los invasores no han dejado de llegar, la diferencia es que antes traían en sus ropajes yelmo, luego vestidos de campesinos en busca de condiciones para hacer riquezas, saco y corbata y últimamente, maletín. Y es que, según ha sido estudiado por diversos historiadores, el paternalismo, el autoritarismo y el clientelismo tiene su origen más temprano en la esclavitud desde el imperio romano, cuando el amo se consideraba el protector del esclavo, claro está no por bondad humana, sino porque representaba el medio de reproducción de sus riquezas. Dichas relaciones se encontraban incluso en los códigos normativos del Imperio, lo cual correspondía a un comportamiento aceptado socialmente. Y así siguió siendo durante todo el tiempo en el viejo continente, hasta que los no invitados, llegaron a la fiesta que se vivía, muy lejos de la “civilización”, en los territorios de este lado del planeta, en lo que hoy llamamos América.

Así que llegaron y se establecieron junto a sus normas legales y culturales, para recordar, quienes no creían en el “dios” europeo, no eran dignos de considerarse “humanos”. Así que los esclavizados en toda América, que no sólo en nuestras islas, eran considerados, por las leyes y la costumbre, como una cosa, una herramienta más del aparato productivo en el aprovechamiento de los recursos que hacían los europeos en estas tierras desde esos tiempos tempranos de nuestras conformaciones sociales de Estados Nación. La autoridad máxima en esos tiempos, siglos XV a finales del siglo XVIII fue la de la Corona Española, que tenía sus representantes en las diferentes latitudes de los territorios colonizados. Gobernadores y colonizadores que desarrollaban formas de relación de regulación o conflicto, de acuerdo al desarrollo de los procesos de producción de riquezas en las colonias, tomando en cuenta que los dueños de la tierra eran los que ordenaban, y los gobernadores representantes de la Corona, sólo servían como regidores.

Estos procesos se vieron influenciados por la evolución del pensamiento ilustrado en Europa, que trataba de controlar, mediante iniciativas legislativas en los años entre 1768 y 1784, la conducta de los esclavistas en el trato hacia los esclavizados, mediante la definición de un Código Negro que siempre fracasó, pero que dio origen a la expedición por la Corona de una Cédula Real, que contenía la “Instrucción para la educación, trato y ocupaciones de los esclavos”. Dicha Cedula Real no cumplió en su totalidad con sus objetivos, pues los esclavistas se resistían a tomar en cuenta las órdenes y recomendaciones de buen trato y educación a los esclavizados. Las formas de trato se reducían al trabajo agrícola de 12 horas exclusivamente, y la “educación” a la imposición de la religión cristiana como forma de dominar sus conductas y su cultura. Porque aclárese decir, que el trasiego de esclavizados era permanente en estos años de la colonización, que, como sabemos, ya se encontraba en decadencia total.

Y es que la realidad que se vive en las colonias es muy diferente a la de la Metrópoli, que intenta promover en su Instrucción de 1789 una normativa reformista con la cual la Corona pretendía enrumbar lo que quedaba del imperio español hacia un futuro de progreso y modernidad. Y lo hacía con tres condiciones, a saber: “el paternalismo como eje de las relaciones amo-esclavo; la caracterización de los esclavos como fuerza de trabajo específicamente agrícola; y la imposición de sistemas de vigilancia y control estatales que reducen la autoridad de los amos y constriñen los espacios de acción de los esclavos”. Pero los proyectos de poder de los colonizadores se contraponen y se crean discursos divergentes que los enfrentan y tienen una evolución según las condiciones de desenvolvimiento en la producción de riqueza mediante el aprovechamiento del trabajo del esclavizado. De esta manera, la relación entre los amos y los esclavizados se desarrolla según la conveniencia de los primeros y el “buen trato” se rige por la conducta de sumisión que asume el esclavo en “agradecimiento” a la “consideración” del amo que se beneficia de su condición de esclavo. De hecho, los amos aprovechaban el trabajo de jornalero de sus esclavos para otros amos, y aprovechaban económicamente para sí esos jornales.

De igual manera la rebeldía o insubordinación lleva a consecuencias negativas para el esclavizado, castigos corporales, encadenamientos, lo cual era mejor evitar y tomar una actitud servil, de agachar la cabeza y de besar la mano, como prefiero decir, que es muy fácilmente observable hoy en día. Otra situación muy fácilmente observable hoy en día y que tiene su origen en las relaciones y tratos entre los amos y los esclavos lo son los estereotipos y los prejuicios que gobiernan en nuestras mentalidades las formas de ver y concebir al OTRO. Esas formas de concebir al otro merecen mucho estudio y análisis para un abordaje serio de los fenómenos de violencia que estamos padeciendo en diversos ámbitos, incluso, en lo familiar. Como ya he mencionado anteriormente, producto de ello ha ocurrido el asesinato vil e inhumano de David De Los Santos y los demás jóvenes igualmente asesinados por su condición económica, su extracción social y, lamentablemente también, por el fenotipo que presentan, evidentemente descendiente de los esclavos que aun, sin relación alguna con la Corona española, se deben someter a la sumisión que impone el amo europeo, que sí, créalo o no, aun los tenemos. Y para muestra, el reciente botón del caso Ágora Mall.

Lamentablemente no he encontrado un estudio que analice esta realidad en nuestra sociedad, pero sí he palpado una falta de voluntad, por temor o conveniencia, en el abordaje de estos temas que son de vital importancia para desenmarañar el tema de la violencia y el autoritarismo en nuestra sociedad. Y señores, da risa tanto hablar de INSEGURIDAD CIUDADANA, cuando se trata de un asalto o atraco a los popis, siendo que es un fenómeno consecuencia del resentimiento por el desprecio y el odio que se inculca a los herederos del coloniaje en una forma evidente de reproducción cultural de ese control de los amos sobre los esclavizados, aún, para que su vida siga reproduciendo la riqueza y la jerarquía de los más pudientes en nuestra sociedad. De manera que el que quiera terminar con la inseguridad ciudadana, lo que debe hacer no es establecer ni modificar un órgano represivo, que en eso tenemos ya 530 años de experiencia y no resolvemos.

Lo que hay que hacer es enseñar a respetar la dignidad humana de todas las personas, sean descendientes de esclavizados o de colonizadores, y a los musiuses descendientes de los colonizadores que mantienen sus riquezas por el abuso de poder y el dominio sobre las instituciones públicas y estatales como antaño, que le “bajen algo” a su arrogancia, para que dejen de ser atracados por los que son atracados en la desconsideración, el abuso y la falta de oportunidades de estudios de calidad y capacidad para mejorar sus condiciones de vida, para que podamos vivir en una sociedad de verdadero respeto a los derechos humanos, que es que ya estamos en el siglo XXI y la esclavitud, SUPUESTAMENTE, TERMINÓ.