Una reforma constitucional que no precisa cómo ni cuándo…Una reforma fiscal que no precisa un para qué bien claro…Una reforma congresual que no precisa cuántas y cuáles serán las diputaciones a ahorrarnos…Una fusión de ministerios que no convence a nadie… Y, por si fuera poco, una supuesta “Comunidad Internacional” (cuya única capital es Washington) que delega en nosotros la solución del desastre haitiano, mientras el farsante de Nicolás Maduro nos cobra con rabia una imaginaria factura petrolera que nunca pagaremos… (La verdad es que esta gestión presidencial de Abinader es un lío indeseable hasta para sus peores enemigos).