En otro artículo que publiqué semanas atrás decía que de todas las regiones del mundo la que menos crece es América Latina. Incluso, de la actualización de Las Perspectivas de la Economía Mundial realizada el mes pasado por el FMI se mejoran las tasas de crecimiento de todas las economías emergentes para este año, excepto las latinoamericanas, en que el cambio es hacia abajo, marcado particularmente por Argentina.

En el indicado artículo me refería al caso de México que, teniendo probablemente el gobierno más exitoso de su historia, y un mundo de oportunidades provenientes de los movimientos de relocalización de las cadenas de valor (nearshoring y friendshoring) y su integración comercial con los Estados Unidos, aun así, su economía casi no crece. Ahora quiero referirme a Brasil, el hermano mayor entre los latinoamericanos.

Justamente al iniciarse el presente milenio, el economista Jim O’Neil, de Goldman Sachs, acuñó el término BRIC, como acrónimo de Brasil, Rusia, India y China, para referirse a un grupo de países que, según su visión o, mejor dicho, de una visión muy en boga para la época, estaban camino de convertirse en las cuatro economías dominantes hacia el año 2050.

El concepto fue ideado pensando en los países que reunían las siguientes condiciones: son grandes en términos de población, crecimiento económico superior a la media global y una clase media ascendente, lo cual los convertía en potenciales herederos del poderío económico global que en esos momentos estaba limitado al G-7.

Al principio la palabra BRIC no tenía mayor significación en términos geopolíticos, sino más bien un llamado de atención para los inversionistas del mundo, al anunciar su papel creciente en los mercados globales, no solo para el consumo de artículos de uso masivo, sino también para bienes más sofisticados, en virtud de que, con una significativa población de alto ingreso y una clase media tan amplia, primero China e India, y una década más tarde Brasil, sobrepasarían a los EE. UU. como el mercado de automóviles más grande del mundo.

Los países aludidos comenzaron a tomarse en serio las cosas y, apareciendo ya señales de una confrontación comercial y tecnológica de Estados Unidos contra China, comenzaron a verlo en términos geopolíticos. Lo primero fue crear un grupo de cooperación económica y política, se amplió con la incorporación de Sudáfrica (ahora BRICS), que no tenía las características demográficas ni de alto crecimiento que los demás, pero que permitía poner un pie en el continente africano. Ya se ha ampliado a diversos países atendiendo, principalmente, a localización geográfica y dotación de recursos energéticos.

Ahora bien, volvamos a concentrarnos en nuestro continente. Conociendo el historial económico de América Latina, yo nunca fui tan optimista en el caso de Brasil. Y en los 23 años transcurridos desde la idea inicial, las estadísticas me han dado la razón.

Veamos el siguiente gráfico. Aceptando la proyección de crecimiento del FMI en el presente año, la economía china se habrá multiplicado por 7.6 con respecto al año inicial en que fue acuñada la palabra BRIC (2001), en términos del PIB en paridad de poder adquisitivo; la de la India por 5.3 y la de Rusia por 4.7. Todo ello, a pesar de las sanciones occidentales contra China y contra Rusia, y de los tropiezos recientes de ambos.

Mientras tanto, Brasil, sin ninguno de esos problemas y con la más formidable dotación de recursos naturales que país alguno pueda desear, su economía apenas se ha multiplicado por 2.3, o sea, poco más que se ha duplicado. Pero no solo ello, muchísimos otros países, algunos relativamente grandes de Asia y África, han crecido mucho más que eso, incluso países desarrollados como los Estados Unidos, cuya economía ya madura hace impensables los ritmos de crecimiento de países en desarrollo.

Este año, la proyección del Fondo es que América Latina solo crecerá a un ritmo de 1.9 por ciento, en contraste con las economías emergentes de Asia, de 5.4%. La terrible enfermedad que se deriva de la incapacidad para la innovación y el desarrollo tecnológico castran toda posibilidad de despegar de nuestra región.

En el caso de Brasil, la proyección es a que crezca un 2.1 por ciento. En esas condiciones, ni despierta envidias en otros ambientes, ni infunde temor a los Estados Unidos a ser superado, sino que seguirá siendo lo que siempre ha sido: para nosotros los latinoamericanos el hermano mayor, y para los BRICS, un pie en el continente, y una fuente segura de productos alimenticios, de materias primas, de aire puro y de agua dulce.