Poco se ha logrado para alcanzar el tan mencionado, prometido y magnificado “cambio” por parte del actual gobierno. Escándalos de corrupción, metidas de pata de muchos funcionarios, prepotencia y mucha arrogancia en algunos casos. Comenzando con que el gobierno no pudo colocar a su gente, puesto que no cumplían con lo requerido para muchos puestos, dejando a personas que no votaron ni votarán por ellos y tampoco con las competencias requeridas, técnicas y/o morales, para haber permanecido en las posiciones que consiguieron en pasadas gestiones por cuñas.

 

Pero el Partido Revolucionario Moderno, PRM, donde se ha quemado con las peores notas ha sido como partido político. La falta de coherencia, la honestidad, integridad y el estado de embriaguez de poder, han hecho que estos les hayan fallado a sus militantes y a la sociedad que confió en ellos.

 

La razón principal de la fundación de este partido fue, según ellos, la conducta autoritaria y poca democracia que presentaba el presidente del PRD. Dentro de los estatutos del PRM, se prohibía la reelección presidencial -odiada por todos cuando se está en la oposición, pero acariciada y amada desde que llegan a la presidencia- y buscaron la manera de reformular los reglamentos, para que el presidente pueda optar y presentarse una vez más como candidato. En pocas palabras, un caramelo para dar la sensación de diferencia, pero en realidad un engaño para conseguir el poder.

 

En meses pasados hubo un conflicto con la elección de las máximas autoridades de ese partido. En una convención de delegados fueron ratificados el presidente y secretaria general. Interesante fue ver y escuchar cómo la mayoría de estos que años anteriores se quejaron del accionar antidemocrático por parte de Vargas Maldonado, validar la modalidad de elección, incluso cuando el que se postuló y ganó la presidencia, dijo que sería incapaz de ocupar un cargo donde la bases no lo decidiera.

 

Hace apenas una semana y algo, con el mismo método, fueron elegidos los integrantes de la Dirección Ejecutiva de ese partido. Llamó mucho la atención los excluidos y más los incluidos. Pero al margen de todo eso, se vuelve a repetir la poca vocación democrática que existe y exhibe dicho partido que se hace llamar moderno, pero que en la práctica sigue siendo lo mismo. Pero fue escuchar en uno de los programas de opinión, las declaraciones de una senadora, que vía telefónica fue cuestionada por su exclusión, a lo que ella respondió que es una persona respetuosa y que estaría en campaña desde ya. Uno de los integrantes del panel al escucharla, le dijo de que iría a convención y ella respondió que ella no tiene que ir a ninguna convención.

 

Sin duda alguna, el PRM no ha demostrado ese “cambio” que tanto se anhela en el país, ni como gobierno y mucho menos como partido. Esto debe llamar a reflexión a todos los dominicanos, porque ese autoritarismo que impera dentro de esa organización política, la actitud de grandeza por parte de muchos de sus dirigentes y la falta de tolerancia podría ser la génesis de un régimen autoritario en la República Dominicana.

 

Sí llama mi atención el silencio de una persona a la cual he admirado, a pesar de no conocerla, salvo encuentros fortuitos en algunos lugares, en donde siempre hubo un saludo, una sonrisa y una que otra opinión, doña Milagros Ortiz Bosch.