Las políticas educativas suscitan, cada vez más, un mayor interés en la región de América Latina y el Caribe. Asimismo, concita la atención una formación inicial docente (FID) cada vez más coherente con las necesidades de los sistemas educativos, de la realidad socioeconómica y de la política de los diferentes países. Unido a este interés, se refuerza el debate y el consenso sobre la importancia de la FID como base para lograr educación y aprendizajes de calidad.
En este contexto, los avances más relevantes de las políticas educativas se relacionan con variables de distintas índoles. Por un lado, se eleva la cantidad y diversidad de investigaciones educativas sobre la naturaleza, la sistematicidad y el impacto de las políticas educativas en la calidad de la educación y en la construcción del ser docente. De estas investigaciones, los estudios comparados y los análisis de la continuidad de las políticas tienen notable incidencia, aunque se puede afirmar que es un empeño en proceso, que no hay nada acabado. Las políticas educativas se inscriben en la línea tradicional, pero poco a poco se abren a los avances de las ciencias, de las tecnologías y de la innovación. De otra parte, también, empiezan a profundizar sobre el compromiso que han de forjar para impulsar el desarrollo sostenible. Este empeño se percibe más en el campo reflexivo y mucho menos en la práctica. Queda mucha tarea por hacer para que el desarrollo sostenible permee y direccione el diseño, la ejecución y los resultados de aprendizajes.
De igual modo, se observa el fortalecimiento del interés de la sociedad por las Políticas Educativas y por la Formación Inicial Docente. Indicadores de este interés son las demandas específicas para que la formación docente sea más rigurosa y se separe del clientelismo político que rige en la educación dominicana. En la región esto se expresa en los constantes reclamos a los gobernantes para que asuman su rol en este ámbito. Además, se incentiva el seguimiento y monitoreo social a las políticas educativas. Por esto, las organizaciones de la sociedad civil, las familias y los organismos internacionales evalúan y demandan políticas que garanticen aprendizajes duraderos.
En este mismo sentido, también demandan procesos formativos eficientes y respuestas efectivas a los cambios del conocimiento, de las tecnologías y de la sociedad; cambios que ocurren vertiginosamente. En este marco, se produce un incremento de investigaciones de carácter cualitativo sobre la FID. Estos investigadores aplican la metodología de investigación-acción y emplean técnicas diversas, como estudios de caso, grupos reflexivos, biografías, diarios reflexivos y otros. Cabe destacar que las políticas educativas y la FID prestan mayor atención a las prácticas pedagógicas. Esto se evidencia en una mayor amplitud del tiempo y en el cuidado de los procesos propios de las mismas.
De igual manera, se van dando pasos en la observación de las prácticas. Se da importancia a esta observación, porque facilita la constatación de las interacciones del docente en formación con los actores del aula y del centro en el que realiza las prácticas. La observación de las prácticas aporta referentes sobre el estado emocional del docente en formación y sobre la capacidad de gestión de los procesos del aula. La observación permite, también, identificar su capacidad comunicativa; y la apropiación de los saberes científicos, pedagógicos y prácticos. En la observación se subrayan los enfoques, los procesos y los valores que se promueven en el desarrollo de las prácticas.
La investigación de las prácticas no es solo centro de atención de investigadores y pedagogos. Las instituciones formadoras con más conciencia y calidad del trabajo que realizan profundizan el carácter reflexivo e innovador de las prácticas y de los procesos de formación en general. Las prácticas son fuentes para explorar, para indagar problemas vinculados al desarrollo curricular, a la construcción de conocimientos, así como a la integralidad o rupturas que se producen en las mismas prácticas. Las prácticas contribuyen a la búsqueda de nuevas explicaciones a los cambios que experimentan los docentes en formación en su cultura y en la formación de su pensamiento educativo y social.
En la región, se implementan formas menos tradicionales y con menos verticalidad en la FID que las implementadas anteriormente, por lo cual se produce mayor interrelación entre la producción de conocimientos y sus incidencias políticas y prácticas. El planteamiento de que el conocimiento debe incidir en los procesos de formación y en las prácticas de los docentes adquiere fuerza. Para avanzar en este dirección, se produce una atención especial a la comprensión y a la aplicación, en la región, de los adelantos de las tecnologías de la información y de la comunicación, a pesar de las complejidades que presentan desde la perspectiva ontológica, epistemológica, ética e identitaria (Serna, 2021).
Estos nudos, más que limitar su uso, demandan estudio a profundidad, para repensarlos; y para aprovechar la diversidad de posibilidades que ofrecen los avances tecnológicos en el proceso de formación inicial docente y más allá de éste.