¡El conflicto generado por la mala calidad de los libros de texto para el presente año escolar constituye un problema grave para la educación dominicana! Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, “cada niño debe tener un libro de texto”. El libro de texto sigue siendo una herramienta imprescindible para los estudiantes y los profesores.
La falta de libros de texto y la distribución de los mismos de mala calidad afectan directamente a la tercera parte de la población dominicana conformada por estudiantes, profesores, padres y tutores, autores; editores y usuarios de bibliotecas públicas.
La situación también preocupa al empresariado por la baja calidad de la formación de los futuros empleados y ciudadanos. Nos expone como país a ocupar lugares vergonzosos en los rankings educativos mundiales. Y a esto suma la pérdida de cientos de millones de pesos ante la necesidad de volver a escribir e imprimir millones de libros.
Aquí y ahora los libros de texto elaborados por el Ministerio de Educación se encuentran en medio de la polémica bajo la acusación de una disminución en los contenidos de matemáticas y ciencias, además de presentar numerosos errores conceptuales, de redacción, estilo y ortografía, en fechas históricas e información confusa e incompleta sobre la historia la geografía nacional y la sexualidad humana.
La narrativa del problema ha llegado profusamente hasta los medios y son éstos los que presentan pruebas y piden a gritos una revisión seria, urgente e imparcial de la situación y de sus consecuencias educativas y económicas, que están alteran la “paz de la escuela dominicana” y ponen en riesgo los aprendizajes y el derecho a una educación de calidad para todos los dominicanos como lo manda la Constitución de la República.
Regreso al análisis del tema reiterando lo que manifestara públicamente cuando el problema apenas comenzaba: “Me sumo al debate en interés de aportar algunas ideas para un diálogo necesario entre ambos sectores. Todo lo que suceda en torno a esta situación deberá estar precedido de un diálogo sereno y respetuoso en el cual no se avasalle a nadie. Con esta diafanidad deben manejarse las “cosas de la educación”, sobre todo, en un país que disfruta de una democracia vigorosa”. (Acento 17/03/2023).
Los problemas y errores de los libros, según el sector editorial y otros intelectuales y especialistas sacan a la luz la violación de preceptos legales que regulan las compras públicas y que obligaron a poner la elaboración de los libros de texto en manos de personas e instituciones sin el debido expertise y sin la debida supervisión por parte la Unidad Editorial y la Dirección de Currículo del Ministerio de Educación. Sobre sus hombros y del Consejo Nacional de Educación recae la culpa de una responsabilidad descuidada y omitida.
Se hace necesario que el debate de la situación vaya más allá de los fueros del Ministerio de Educación, sin excluirlos, y que sea llevado a un escenario confiable y democrático con mediadores con autoridad moral, inteligencia y fe pública que incluyan nuevos ojos, nuevos oídos y ponderaciones que permitan ver el problema en su justa dimensión. ¡La educación y la verdad están perdiendo brillo!
Hay que dotar a la polémica sobre los libros de texto de un marco ético y democrático. La democracia cuenta con cauces para dar un discurrir a esos conflictos y, también, proporcionarle solución, desactivarlos y quitarle su potencial destructivo.
Confiamos en que la problemática de los libros de texto llegue hasta la puerta del Despacho del presidente Luis Abinader. Y también que de allí salga una solución que rescate el derecho de la educación pública de contar con libros de texto de calidad. “Las escuelas son democracia”.