En una ocasión un amigo, Fortune Moleste Valerio, me pidió que escribiera algo sobre Ramón Emilio Mejía del Castillo, conocido por todos como Pichirilo, como parte de unos trabajos que venía publicando, sobre la Guerra de Abril de 1965. Entonces escribí este relato que publico hoy.
Escribir sobre Pichirilo, el comandante Pichirilo, es una aventura hermosa. Pichirilo se cubrió de gloria en un momento clave de nuestra historia, como lo fue Abril de 1965. Es el mes de la resistencia militar y popular contra la intervención norteamericana, en la cual Pichirilo se convirtió en una leyenda viviente, por su heroísmo, sobre todo, en aquellos terribles días de mediados de junio. Fueron los días en que las tropas interventoras quisieron tomar, a sangre y fuego, la ciudad colonial convertida en la Trinchera del Honor. Ahí estuvo Pichirilo al frente de su comando disparando a campo abierto y frenando el avance de los agresores. No se puede hablar de Abril de 1965, y obviar a esa figura heroíca.
Pichirlo fue uno de los comandantes más queridos de Abril. Su figura inspiraba respeto y aprecio en los combatientes. Se convirtió en una leyenda, en un símbolo, y hasta los soldados yanquis se referían a él con respeto.
Pero su historia no empieza con la Guerra de Abril. El Pichirilo de 1965 es el mismo hombre que usando su experiencia en el mar sale del país en plena tiranía de Trujillo, clandestinamente, para luego intentar regresar en la fracasada expedición de Cayo Confite de 1947 para combatir al tirano. Le tocó venir en el mismo barco, el Aurora, en el cual venían también Fidel Castro, con grado de teniente, y Juan Bosch, como comandante del barco. Pichirilo era uno de los capitanes conductores del barco.
Ese Pichirilo le tocó en 1956 ser uno de los dos capitanes de la embarcación Granma que llevó, bajo la jefatura de Fidel Castro, a 82 guerrilleros a Cuba a luchar contra la dictadura de Fulgencio Batista. Es el mismo Pichirilo que en 1962 apoyó al profesor Juan Bosch, y éste siendo ya Presidente de la República lo llamaba a su casa. Derrocado el gobierno de Bosch conspiró contra El Triunvirato, yendo y viniendo por los mares, llevando y trayendo informaciones y armas.
Al estallar la Guerra de Abril vivía en la zona colonial en la casa de Doña Mery y Don Tavo. Doña Mery, aunque no era su madre biológica, él la quería como su madre y ella lo quería como su hijo. Y debo decir en este breve relato que Doña Mery también fue una combatiente constitucionalista haciéndole comida a los combatientes y estimulándolos a luchar.
El 12 de agosto de 1966, en el gobierno del doctor Joaquín Balaguer, Pichirilo fue emboscado, tiroteado y herido de gravedad. Fue prácticamente el primer muerto de los tenebrosos doce años. Alrededor de las nueve de la noche venía bajando por la cuesta de la Restauración, y casi llegando a la esquina Arzobispo Meriño fue atacado a tiros por la espalda. Iba desarmado porque dos horas antes había prestado su pistola, una 45, a su sobrino Otto, un joven dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), que le tocaba hacer un trabajo estudiantil en un liceo secundario de la parte alta de la ciudad. El asesino era un sargento de la Fuerza Aérea, y cumplía órdenes del gobierno, empeñado en exterminar a los más destacados constitucionalistas. En un colmado de la esquina unos jóvenes que admiraban a Pichirilo se encontraban tomando unos tragos y oyendo música. Vieron el hecho de sangre, y en seguida persiguieron al asesino, pero éste logró huir y esconderse en la Fortaleza Ozama. A Pichirilo lo llevaron a una clínica de la zona. Pero su vida, lamentablemente, no pudo ser salvada. Al otro día, 13 de agosto, murió, y su sepelio se convirtió en una gigantesca manifestación de duelo y de repudio contra el incipiente gobierno represivo de Joaquín Balaguer.
Gloria eterna para el Comandante Pichirilo, uno de los dominicanos más valientes y patriotas que ha parido Quisqueya.