En mi artículo anterior mostré mi preocupación por lo vulnerable de nuestra economía a los factores externos y, por tanto, el peligro que esto significa, sobre todo en momentos de crisis a nivel mundial como ahora.
Señalaba que si bien esto es grave en los casos de los insumos y las materias primas para la industria y la agropecuaria, en el caso de los combustibles fósiles es mucho peor.
En 2021 se gastaron en subsidios a los combustibles un total de RD$12,827.6 millones y para 2022, hasta la fecha, RD$31,275 millones. El aumento es de 143%.
En cuanto al valor de las importaciones, el Banco Central reportó un valor de US$3,749.0 millones en 2021. El valor anualizado a junio de 2022 llega a US $5,140.0 millones. Estamos hablando de un incremento de 37%.
La cifra de los US $5,140.0 millones supera el récord histórico anterior (US$4,870 millones en 2012). Estos datos incluyen las crecientes importaciones de gas natural: 2020, US $287.3 millones y 2021, US $496.0 millones.
El costo de esto para nuestro país es dramático y los vaivenes de los precios crean una incertidumbre extremadamente preocupante. Pero lo peor sería que, debido a algún problema o conflicto internacional, como el que tenemos hoy, se produzca una escasez crítica de combustibles.
Ahora mismo el gas natural presenta problemas de suministro, especialmente para los agentes económicos que no cuentan con contratos de largo plazo.
En esta coyuntura sería prudente una nueva mirada a la Base de Datos de Hidrocarburos (www.bndh.gob.do), desarrollada con asistencia de una de las empresas de más prestigio y credibilidad del sector, la Schlumberger, y presentada al público en mayo del 2016.
Esta plataforma recoge informaciones relevantes que datan de 1904 al 2013, con 21,500 mil kilómetros de líneas sísmicas, más de mil 490 mapas y planos, 805 perfiles sísmicos, 212 registros de pozo, entre otros datos valiosos que a la fecha tendrían un costo de adquisición superior a los US$145 millones.
Durante nuestra gestión en el Ministerio de Energía y Minas, el Gobierno invirtió apenas RD$9 millones por año, durante tres años, o sea 180 mil dólares anuales a la tasa de cambio de entonces.
Estas informaciones y los análisis y recomendaciones técnicas que contiene la plataforma son de gran atractivo para los inversionistas, al punto que cuando las dimos a conocer, y luego invitamos a un proceso de licitación internacional, pudimos reunir a 21 de las empresas más importantes a nivel mundial interesadas en participar.
A partir de las informaciones disponibles, cuando afirmamos que en el país existe petróleo y gas debemos aclarar que eso no significa que los tengamos en condiciones económicamente explotables. Los análisis y las investigaciones a fondo determinarán cuál es el real potencial en esa materia.
Como no podemos crear bajo ningún concepto falsas expectativas, lo que se hizo en aquel momento fue dar a conocer los datos y las investigaciones realizadas a nivel técnico y convocar a un proceso de licitación internacional de manera transparente.
Como resultado, en noviembre del 2019 el MEM realizó la primera subasta dominicana de bloques de hidrocarburos y adjudicó a la empresa Apache Dominican Republic, filial del estadounidense Apache Corporation, un bloque de costa afuera en la cuenca de San Pedro de Macorís.
El contrato fue firmado en octubre del 2020 por las autoridades actuales, honrando así el principio de continuidad del Estado, fundamental para el desarrollo sostenible de cualquier país.
Me informan que esa empresa ha empezado, aunque lentamente, los trabajos y ya está haciendo líneas sísmicas en 3D, pues la que poseía el país solamente están en 2D; y ha manifestado de manera reiterada que cree en las posibilidades que tiene el país de desarrollar la industria de hidrocarburos.
Conociendo estas informaciones, cabe preguntarse: ¿Por qué no se le ha dado suficiente calor a un proyecto de tan vital importancia como este? ¿Por qué no se multiplican los esfuerzos para echarlo a andar, ni se siguen realizando las subastas mensuales de los bloques restantes como estaba planeado, al tiempo que se continúan las investigaciones?
Tenemos poco que perder y mucho que ganar. Hemos recorrido un camino largo y no nos podemos detener, sobre todo en esta circunstancia. Continuar con esos trabajos debe ser prioridad nacional.
Pero debemos hacerlo con una visión desarrollista, sostenible, como he dicho muchas veces, no solo en lo ambiental, sino en lo económico y social. También, amparados en contratos transparentes que beneficien al Estado dominicano y las comunidades donde se realicen las explotaciones.