La finalidad de estos artículos consiste en ofrecer algunas apreciaciones o pautas de aspectos muy singulares de los que, generalmente, no sabemos de buena tinta o no le hemos conferido la debida importancia. Nos referimos a los pleitos, afrentas, contiendas, disputas y litigios entre partes en los mitos y narraciones bíblicas. Según estas escrituras todo comenzó en el cielo con Lucifer, Satanás, Belcebú, el reluciente, el ángel caído, llamado diablo, y adversario. Esta figura mística fue muy cercana a Dios, era uno de sus ángeles favoritos. La leyenda de Satanás trata de ese sujeto que quiso sustituir a Dios; se rebeló contra el Poder Divino; pero, según la mitología, fue derrotado y expulsado del paraíso por el arcángel Miguel, el segundo al mando (Apocalipsis 12: 7-10).

El segundo acontecimiento narrado según la leyenda en Génesis 3: 1-5: corresponde al episodio en que la serpiente (Satanás) le preguntó a la mujer: – “¿Así que Dios les dijo que no comerán de ningún árbol del jardín? – La mujer le contestó ¡Sí podemos comer de cualquier árbol del jardín! Lo que Dios nos dijo fue: “En medio del jardín hay un árbol, que no deben ni tocarlo. Tampoco vayan a comer de su fruto, pues si lo hacen morirán”; pero, la serpiente (Satanás) insistió: “eso es mentira; no morirán. Dios bien sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, serán iguales a Él y podrán conocer el bien y el mal”. La mujer se fijó en el fruto del árbol, y sólo de verlo se le antojaba comerlo y le surgieron deseos de alcanzar sabiduría. Arrancó entonces uno de los frutos y comió. Luego le dio a su esposo que le acompañaba; él también comió. En ese mismo instante se dieron cuenta de lo que habían hecho y de que estaban desnudos. Esta parte de la narración nos hace entender que Adán y Eva reconocieron que habían violado la advertencia de Dios; pero, le echaron la culpa a la serpiente (el diablo), luego a Eva y después a Adán.

Las narrativas de estos dos acontecimientos, el primero en el cielo y el segundo en el jardín del Edén (el Paraíso), tienen que ver con la Divinidad. En la Biblia judía-cristiana, la intervención de Dios con los seres humanos y el mundo se encuentra en Isaías 14: 12-14; Apocalipsis 12:7, y en otras secciones de la Biblia. Estos relatos se refieren a sucesos imaginarios en tiempo prehistórico en la corte celestial, o profecía apocalíptica posthistórica en el devenir de la historia del mundo.

Las tres religiones abrahámicas (judíos-hebreos, cristianos y mahometanos) han moldeado a Satanás como la figura que originó el mal en el mismo cielo; es el que aleja a las personas de Dios, es quien echa a perder la santidad de las almas, el que pervierte las mentes y degenera el corazón. Pero, además, es la figura y potencia mística usada como estigma, razón o argumento para combatir otras religiones o etnias, para inducir lo que es malo, perverso, diabólico, insidioso o para conquistar avasallar y dominar.

A continuación, se ventilarán sucesos, pleitos y contiendas en la Biblia acontecidas entre mortales. El primero fue entre los hijos de Adán y Eva: Caín y Abel. La desavenencia ocurrió porque Dios recibió la ofrenda de Abel, de las primeras criaturas de ovejas, con más agrado que la ofrenda del cultivo de la tierra de Caín. Esa actitud de Dios molestó a Caín, quien triste y enojado, invitó a su hermano al campo y cuando llegaron, lo golpeó, lo mató y luego se excusó ante el Señor Dios diciendo: “no sé dónde está mi hermano ¡no tengo por qué cuidarlo!”. (Génesis 4: 1-9).

A través de las escrituras prehistóricas, especialmente en los cinco primeros libros de la Biblia, conocidos como el Pentateuco o la “Torá” (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), se narran frecuentes litigios y disputas, entre estas, la separación de los patriarcas hebreos, Abraham y Lot (Génesis 12: 1-18).

De las narrativas (Génesis 16: 1-15), sobresalen las remarcadas contiendas entre los hijos de Abraham; Ismael, nacido de la esclava egipcia Agar, e Isaac procreado con su esposa Sarai; además, y aún de mayor importancia, se describe el engaño preparado por Rebeca para que Jacob recibiera la bendición de Isaac en lugar de Esaú, quien vendió su primogenitura por un plato de lentejas, y Jacob, finalmente, se hizo dueño de dicha primogenitura (Génesis 25: 34). Esta disputa aún se debate en la Tierra Santa; y tal vez sea la causa principal de los continuos conflictos y desavenencias entre los hebreos- judíos y las etnias arábicas.

(Las citas bíblicas son tomadas de: La Biblia en Familia, Sociedades Bíblicas Unidas 2006).