Todo ocurrió en un sitio simbólico del mundo: Cataratas de Iguazú, Argentina. En las terrazas del hotel Meliá, dentro del Parque Nacional de Cataratas, el grupo de periodistas turísticos de diferentes países había visitado La Garganta del Diablo, un conjunto de cascadas de 80 metros de altura que concentra el mayor caudal de aquella maravilla de la naturaleza.
Minutos después, en la ciudad de Iguazú, provincia Misiones, a 1,202 kilómetros al noreste de la capital autónoma, Buenos Aires, con la gestión de la Organización Internacional de Periodismo Turístico, la Alianza Latinoamericana de Periodismo Turístico y otras entidades, los visitantes firmaban el acta oficial que “declara el Día Mundial del Periodista Turístico”. 9:05 de la mañana, 5 de septiembre de 2018.
Lo hacían “convencidos de que la celebración de este día incitará a periodistas y profesionales de la Comunicación a informar sobre el fenómeno del turismo de forma ética y responsable, siempre en consonancia con la diversidad social y la protección del medioambiente”. Excelente.
El turismo no es gente con dinero acumulado durante un año de trabajo para gastarlo en viajes de placer en los “all inclusive” del mundo. No es playas y sol. Ni tiene que ver con discursos apologéticos sobre superficialidades, individuos y empresas. Es un proceso que incluye la participación, la interacción y el bienestar general real de los pueblos dueños de los recursos y el visitante, con el menor impacto posible al medioambiente.
Durante 16 años consecutivos he evaluado miles de reportajes, crónicas y artículos presentados al Premio Nacional de Periodismo Turístico Epifanio Lantigua, nacido en 2003 con un acto hermoso en un salón del complejo Playa Dorada, en la norteña provincia Puerto Plata, organizado por CICOM y patrocinado por Occidental Hoteles.
Por el éxito, los gestores se aliaron con la Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adompretur) y lo convirtieron en nacional. Desde entonces, se celebra en la capital, sin mancar, salvo este año de pandemia de COVID-19.
Lo atribuyen a la creciente participación de periodistas, respaldo de instituciones y empresas, y, sobre todo, a la profesionalidad y entrega del diverso jurado. En la edición 2019, el presidente de CICOM, Quiterio Cedeño, fue galardonado y homenajeado. Ya no está directo en el premio. “Hay que darle paso a los jóvenes”, ha expresado.
La cantidad de trabajos presentados al concurso sobre el potencial turístico de Pedernales, sin embargo, está muy cerca de cero. Y se han limitado a la hermosura de playa Bahía de las Águilas, la que, en mucha gente, ha despertado curiosidad en conocerla porque, en la primera mitad de los noventa del siglo XX, fue robada junto a su entorno (364 millones de metros cuadrados) y recuperada por el Estado en 2019, tras un cuarto de siglo de litigio judicial, desde el primer gobierno de Leonel Fernández (1996-2000), quien había designado a la ética Piky Lora, como directora de Catastro Nacional.
Pero el potencial turístico de esta provincia, 307 kilómetros al suroeste de la capital, no se agota en Bahía de las Águilas y en Pelempito. Ni en la laguna de Oviedo, ni en Isla Beata, ni en los islotes Los Frailes y Alto Velo, ni en Cayo Piedra Negra. Ni en el prestigio de sus mariscos. Pedernales es una cantera de recursos ecológicos inexplorados por los viajeros que, a partir de ahora, tras la reciente visita del presidente Luis Abinader y su anuncio de desarrollo turístico, habrán de contarse a diario en los medios nacionales. Porque guardan muchas historias, incluso de los padres fundadores y sus proles.
A saber de sitios por descubrir: los humedales de Los borbollones, visualización de aves nocturnas en Fondo Paradise y La U; los hermosos pozos ecológicos, ruta a Pocimán Diablo, Sabana de los Cacheos, Arroyo Salado, Los Cayos, Laguna de Cabo Rojo…
La fortaleza de Banano, río El Mulito, Cascadas del Río Mulito, senderos de orquídeas endémicas, abejas, cafetales y cacaotales orgánicos, camping en caseta de Los Arroyos, ruinas de la minería, observación del Valle de “Sabán peblique” (2,200 metros de altura), observación de los humedales Charco de las Palomas, de bosques nublados, latifoliados, secos de pinares y de la más grande ceiba, el “árbol dios de los taínos”…
Visitas a las cuevas con pictografías, como Cañada de los Huesos, además de Ginagoza, Trunicolá y La Lechuza. Observación de mamíferos endémicos como el solenodonte (el más viejo del planeta, sin evolución importante) y la jutía.
Pedernales representa un desafío para el turismo de aventura, ecológico y científico. Las nuevas generaciones del pueblo han de ser las primeras en concienciarse sobre su singular diversidad, y mostrársela a las personas que visitan al pueblo, sin dañarla.
El Periodismo Turístico tiene en Pedernales una fuente inagotable de historias enredadas entre guasábaras, cayucos, cuevas, cavernas con acuíferos y trillos de rocas filosas, a la espera de una mirada periodística con pasión y distante de las notas secas. ¡Descúbranlo!