Acaba de transcurrir en esta semana pasada, del 18 al 22 de julio, un evento con diversos escenarios y que ha sido de baja divulgación y menor conocimiento del público en general. Se denomina, para la Organización de la Naciones Unidas (ONU) Semana del Clima de América Latina y el Caribe 2022, promovida y organizada por ONU Cambio Climático, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, y los grupos económicos del Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo, BID. Nuestro país ha sido anfitrión de la Semana del Clima de América Latina y el Caribe y me parece que pocos se han enterado de ello.

Coincidencialmente a la ocurrencia del evento, tenemos las noticias de las olas de calor en Europa donde los incendios forestales en Inglaterra, España, Italia y Portugal han tenido consecuencias graves, el calor ha provocado la muerte de más de 500 personas en España, en un evento inesperado, pero con causas previsibles. Hace ya mucho tiempo que se viene hablando de la crisis climática que está produciendo la industrialización a gran escala con la producción de gases de efecto invernadero o GEI que vienen desequilibrando la capacidad de la atmósfera de regenerarse, pero no estamos en la disposición de hacer escucha.

Todo se centra en procurar la disminución de emisiones de GEI modificando la matriz energética, cuando la base del problema, el desequilibrio de la naturaleza por la depredación de los recursos naturales que mantienen ese equilibrio, es decir, bosques y montañas, no se aborda ni siquiera y hasta se mira de soslayo, sin darle la importancia que necesita.

En las diversas actividades que se realizaron durante esa semana se pudo apreciar en conferencias, actividades de intercambio académicas y de distintos colectivos involucrados en la problemática ambiental, la preocupación de diferentes sectores por la problemática del clima y la búsqueda de opciones que puedan disminuir los daños que estamos provocando en la insistencia de que el “desarrollo” tal como lo llevamos a cabo, es lo que debemos seguir persiguiendo. Propuestas de modificación de la matriz energética hacia la energía eléctrica para suministro del transporte contrastan, en nuestro país, por ejemplo, con la profusión de concesiones mineras que abarcan importantes extensiones de bosques y fuentes de producción de agua en nuestro territorio isleño, lo que hace preguntarse si en realidad estamos tratando seriamente el problema del cambio climático y cómo puede afectar a nuestra población.

La sequía, las inundaciones y la disminución de nuestros caudales hídricos es lo que nos espera de no tomar en serio las advertencias que nos hace la naturaleza a la forma en que nuestra idea de superioridad racional, fundamentada en la tontería del antropocentrismo, nos hace creer que lo gobernamos todo, lo controlamos todo y que lo podremos resolver todo. Y lo peor de todo es que las juventudes, los que van creciendo ahora, no están ni enterados de lo que estamos preparando para ellos, quizás con la ingenua idea de que la abundancia económica les proporcionará una vida satisfactoria en el futuro cercano. Nada más alejado de la realidad. Pero esta realidad solo la creeremos cuando la tengamos de frente, mientras seguiremos pensando que son exageraciones de los ambientalistas o ideas febriles de los “comunistas”. La invitación a la reflexión y la acción está servida.