Ocupados y al tanto, como estamos, del curso de los acontecimientos en nuestro terruño, no salimos del asombro, si es que todavía podemos asombrarnos, de cuánta diversidad de lazos que debemos atar, o desatar, para desenredar y volver a tejer los hilos del buen funcionamiento de nuestra democracia.
Dando seguimiento y esperando a ver cómo se empiezan a desenvolver las cosas a través del nuevo responsable en el Ministerio de Educación, que por suerte ha desvinculado a personas relacionadas con el relajo que allí se tejía convirtiendo ese importante Ministerio en un ventorrillo de negocios con la excusa de proveer materiales de estudio. El entramado de este Ministerio es tan inmenso y enredado, que todavía no llegan sus disposiciones hasta los Distritos alejados del centro administrativo, y mucho menos la disposición de emprender el trabajo encomendado, de elevar la calidad de la educación para que se eduque a los niños y no simplemente los hagan perder su tiempo asistiendo a la escuela para decir que se cumple. Ojalá que este año que ya inicia sin las secuelas en asistencia de la pandemia, podamos empezar a trabajar como corresponde.
Las violencias y sus formas de manifestación que no sabemos cómo ni de donde surgen, ni cómo controlarlas, según la idea de que habría que meter policías en cada hogar ciudadano. Pues se me ocurre algo muy sencillo, toda vez que es algo común y se asume como algo normal, tener a los niños de 2 y 3 años desnudos mostrando su órgano sexual como si tal cosa. El pene es un símbolo de poder y cuando se le enseña al niño, y al hombre a su exhibición, es donde empieza la formación de que él es un individuo que debe tener dominio, control y poder de la situación, cualquiera que esta sea. Favor de impedir en cada comunidad que los niños estén desnudos. Favor de que el Ministerio de la Mujer enseñe a las madres a enseñar a sus pequeños a respetarse en la intimidad de sus órganos sin que se vea en éstos el elemento que les incita al dominio al control. Como resultado es que hay que darle una galleta al que te parece que se ríe de ti, o darle un tiro al que te da una galleta por lo machote que soy, representado en el órgano que tengo entre las piernas.
De igual forma damos seguimiento al cumplimiento de los procesos legales a través de los cuales la ciudadanía reclama enmendar el funcionamiento de la cosa pública y de los procesos de comercialización privada. Esta cuestión de haberse creído desde siempre, que así como forjamos prejuicios y estereotipos sobre personas, grupos o procesos sociales de sectores que poco tienen en común con nosotros, nos hemos pasado la vida creyendo que el rico forja su riqueza “trabajando”, válgase la aclaración que no se refiere al rico que se hizo robando en el gobierno de los últimos 20 años. Se refiere al rico que se ha hecho robando desde hace 80, y 100 años, y hasta 120 años, que también se ha hecho rico de la misma manera, en asociación de malhechores con personeros que regían la cosa pública, sea que fuera tras la cortina de la tiranía o fuera de ella, una vez supuestamente decapitada.
Como ya dije en otra publicación, la Tiranía no es de un hombre, o un nombre, es de una estructura, un aparato social que establece relaciones de interdependencia entre el ejercicio público y sus negocios, como ya hemos visto, en los casos del suministro de energía eléctrica, el servicio de la educación, de la salud, de la penitenciaría. Es todo que lo usan para hacer del Estado y a través de los diferentes gobiernos la fuente de sus negocios y riquezas, como ya vamos viendo, a través de la colusión y el monopolio, que no permite el desarrollo de la economía, la libre competencia y el trabajo ciudadano para que podamos todos desarrollarnos, trabajar y vivir en paz y armonía, sin que debamos quejarnos de la “delincuencia” cuando y porque permitimos que las personas tengan derecho y acceso al trabajo para conseguir una vida digna.
Es por esto que apoyamos la labor del Ministerio Público y la Procuraduría, especialmente de la Inspectoría del Poder Judicial que se encuentra secuestrada también por la corrupción y la connivencia con los que violan las leyes y los derechos de los ciudadanos a una vida tranquila y feliz. De manera que debemos seguir observando, apoyando, pero con mucha paciencia, que le pedimos a Dios, porque eso de que me voy del país porque me señalan o no me allanan a mí porque me llamo Fulano, ya llegó a su fin. Todo es hasta un día y los ciudadanos conscientes, honestos, íntegros y deseosos de que por fin haya una sociedad y un real Estad democrático y de derechos no queremos que las tiranías continúen, que ya mucho daño que han hecho. Así que a enderezarse tocan.