Los estudios de doctorados en educación son pertinentes por las oportunidades que ofrecen para impulsar el  desarrollo del conocimiento científico, lo cual facilita que el empirismo no se convierta en un absoluto que limite el carácter y la fuerza de las evidencias científicas. Ello no indica que la experiencia carece de importancia; la tiene, pero solo con sus aportes no podemos validar integralmente los hechos. Otras de las posibilidades que aportan los estudios de doctorados en educación es la formación de investigadores.

Las instituciones de educación superior (IES) han de comprometerse con una formación de calidad con perspectiva integral. Asimismo, las (IES) han de ir más allá de la titulación de investigadores.  Tienen el compromiso de crear equipos de investigadores que se comprometan con la transformación y la innovación educativa y social. Por ello la consistencia profesional de los formadores de investigadores constituye un soporte fundamental para avanzar              de una academia preocupada por graduar doctores en educación, priorizando el título, a un programa, a una institución preocupada por crear cultura investigativa en el campo de la educación superior y en el país.

La creación de una cultura de investigación en la institución y en los contextos de intervención ha de ser una práctica continua. La cultura de investigación se relaciona con la responsabilidad que tenemos de compartir motivaciones, aprendizajes adquiridos, experiencias vividas; y, sobre todo, deseos de aportar y de aprender con los otros. Otra oportunidad es la de roturar un camino que permita la constitución de una comunidad académica con formación sólida, que avance hacia una comunidad científica en la que sus investigaciones y la producción científica así lo atestiguan.

La filosofía de las instituciones de educación superior no puede ser un obstáculo para que se consolide la comunidad científica. Sus principios y valores han de sostener la validez y la necesidad de seguir esta ruta reconociendo que factores externos e internos  demoran este horizonte al que  se ha de llegar. Esta comunidad deberá asumir la producción científica con una perspectiva ética y social; y comprometida con el desarrollo de la sociedad dominicana integralmente considerada. Esta producción requiere una firme decisión de los que se forman en los doctorados.

Es importante proponerse metas y tener claro que la sociedad dominicana fortalecerá su desarrollo en la medida en que los doctores en educación pongan su agenda y sus capacidades al servicio del desarrollo de investigaciones que contribuyan a la solución de problemas básicos y reales. En esta dirección, es un imperativo el trabajo cooperativo con otros investigadores e instituciones de educación superior. Esto permite al egresado y a la institución formadora una visión más holística del alcance, de las implicaciones y del impacto de la producción científica.

Los estudios doctorales  posibilitan la participación en escenarios que aportan nuevas maneras de concebir y establecer las alianzas interuniversitarias. Las mismas favorecen la internacionalización de la educación superior y el establecimiento de redes de investigadores, de redes de universidades y de institutos superiores especializados que trabajan por una ciencia abierta y coherente con las transformaciones que se producen en los contextos mundiales, regionales y locales. Optar por una ciencia abierta otorga a los estudios doctorales en educación un sentido más inclusivo y humanizante.

La educación superior de la República Dominicana tiene el compromiso de velar por el rigor de los estudios doctorales en educación para que la formación de investigadores responda a los estándares internacionales y, particularmente, a la cualificación que demanda la situación del país. Este tipo de formación sólo tiene sentido si los investigadores que se forman actúan por encima de sus intereses y deciden comprometerse con la solución de los problemas que afectan al sistema educativo dominicano y al desarrollo del país.