No existe todavía una novela dominicana, del talante de “Cien años de soledad”, que califique dentro del género literario del realismo mágico. Eso, sin embargo, no quiere decir que algunos acontecimientos que suceden a diario en el pais no tengan esa impronta. Uno que habría que exaltar al salón de la fama del género es la reciente propuesta de remodelar el antiguo Teatro Agua y Luz para convertirlo en una meca del merengue. Apena que en esto el anunciado apoyo del presidente Abinader ignore la supremacía de la bachata y su potencial influjo de un surrealismo positivo.
La intervención propuesta contendría dos componentes: un museo y un apropiado salón de baile para exaltar al merengue. Mientras el primero debe ser un sitio para la contemplación y reflexión, en el otro no abunda el intelecto sino la alegría y la algarabía. Aunque incompatibles, en el Teatro se podrían incorporar ambos elementos. Pero tambien exhibe ribetes que, junto a su pasado histórico, permitirían proyectar el realismo mágico que se asocia con la cultura latina. En especial, con la bachata como adicional insumo también proyectaría mejor la exquisita y pulcra fragancia de la dominicanidad. Con ese aditivo el lugar podría convertirse en una soberbia atracción turística y en un lugar de solaz esparcimiento para los nacionales.
Según Wikipedia, “el realismo mágico es un movimiento literario y pictórico que se caracteriza por mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. Se caracteriza por: 1) desafiar las fronteras entre lo cotidiano y lo fantástico, y 2) crear una atmósfera mágica y enigmática, 3) presentar elementos extraordinarios o surrealistas que coexisten con la vida cotidiana de los personajes.”
ChatGPT-4 dice: “El concepto de realismo mágico no tiene una connotación intrínsecamente negativa ni positiva; su valoración depende del contexto en el que se discuta y de las perspectivas de quienes lo analizan. En general, el realismo mágico tiene un inmenso valor literario y cultural, pero también es válido analizarlo críticamente para comprender tanto sus aportes como sus limitaciones. Su connotación depende de cómo se lo utilice y el contexto en el que se discuta.”
Una bien concebida propuesta de remodelación del Teatro proveeria una magnífica oportunidad para, usando el realismo mágico de manera positiva, abocarnos a “una aventura de la imaginación” para hacer del lugar un habitáculo de sana confraternidad. Dado la elasticidad propia de ese realismo, con sencilla creatividad es posible lograr con su remodelación un redil de maravillas. Aquí entonces se propone aplicar el concepto a un ámbito musical que nos ponga “a salvo de la demencia”. Como expresión artística, los efluvios musicales de la raza humana pueden bifurcarse en la música y su baile. En ambas modalidades de expresión se mezcla lo fantástico con lo cotidiano y con ellas se crea “una atmósfera mágica y enigmática”.
Esa extraña mezcla, sin embargo, no es la razón para asociar el lugar con el realismo mágico. La razón principal es porque la propuesta original ignora que el género musical más popular en el pais y en el mundo es actualmente la bachata. Otorgarle al merengue la primacía de nuestras raíces –y la mayor popularidad– es ignorar la nueva realidad de que la bachata ha logrado una penetración mundial sin parangón. Eso se comprueba fácilmente si en Google escribimos “festivales de merengue” y comparamos los resultados de la búsqueda con “festivales de bachata”. Mientras para lo primero son solo dos resultados, para la bachata se cuenta en decenas en diversos paises del mundo. Y eso debe conocerlo el presidente Abinader.
Con la propuesta original se está otorgando al merengue un sitial que ya no tiene. No se puede negar que este forma parte de la identidad nacional y que eso se manifiesta en muchas fiestas y conciertos. Pero además de que ha perdido terreno en el gusto de las nuevas generaciones, el merengue no tiene una paternidad dominicana indiscutible. En Puerto Rico, Haiti y hasta en Cuba se reclama su paternidad. Mientras, la bachata es auténticamente dominicana y ningun otro pais osa reclamar su paternidad. La obra “Bachata: Historia Social de un Género Musical Dominicano” de la profesora Deborah Pacini –publicada por la Academia Dominicana de la Historia– establece contundentemente ese origen indiscutible.
Los más realistas de nuestros catadores musicales ya admiten que el merengue ha perdido popularidad en el país, quedando opacado por la bachata y otros géneros como el reguetón. Los más jóvenes prefieren la bachata, mientras que los mayores mantienen su lealtad al merengue, como un género emblemático que representa lo nuestro en festividades y eventos tradicionales. Tal vez sea que la bachata no ha sido abrazada por la elite social y por eso las entidades estatales le dan la espalda. Aun con ese desdén, la penetración mundial de la bachata la atestigua el hecho de que en la edición del 2023 del ADN Bachata World Festival de Puerto Plata se dieron cita 337 parejas de bailadores de 14 países. También que la edición del 2024 tiene a Francia como pais invitado.
En el anhelado remozamiento del Teatro la mezcla de la fantasía con lo cotidiano –propia del realismo mágico– se lograría mejor si su propuesta reconfiguración se concibe como un “Palacio de la Bachata y el Merengue”. El apelativo del lugar sería el de la magia que estos dos géneros musicales generen en quienes se detengan a disfrutarlos, ya sea con solo la música y/o con el baile. Su expresión envolverá a su público en una atmosfera semi alucinante que deberá producir placer, tanto sensorial como estético, al alborotar las fibras de la sensibilidad con la fantasía que genera su música y su baile. De ahí que la remodelación requiera de un exigente concurso entre arquitectos y que implique la adición de un campanario para que “campanas de fiesta” repiquen antes de cada actividad que transmita la grandeza de nuestros dos géneros musicales. Cuando la ciudad tenga su Centro de Convenciones, el valioso oasis de diversión atraería montones de visitantes todas las noches.
Mientras el merengue contagia alegría, la bachata apela a los instintos libidinosos a través de la sensualidad de su baile y del “amargue” de su lírica amorosa. (Garcia Márquez diría que en su baile se coquetea con los “espíritus esquivos de la poesía”.) Con esa conceptualización se estaría creando una atracción turística surrealista que apele a todos los segmentos de la población y a los extranjeros que visiten la ciudad de Santo Domingo. La remodelación que hicieron del Teatro para la filmación de una escena de la película “El Padrino 2” da una idea de su otrora esplendor y potenciales capacidades. Pero de lo que se trata ahora es de eliminar el agua y la luz en favor de una grandiosa sala de baile donde también se puedan realizar conciertos.
Ya en el pais existen lugares donde se baila la bachata exclusivamente y es frecuente ver a turistas disfrutando en ellos del espectáculo. (Un reportaje del Listin Diario reveló que Los Carrandales es el más exitoso de esos lugares.) Pero ninguno de esos lugares dispone de un habitáculo tan magistral como lo sería el remodelado Agua y Luz. Si esa remodelación le hace justicia al nuevo nombre del Palacio de la Bachata y el Merengue, el realismo mágico que emanaría de ahí enriquecería, con insumos de alegría y amor, al imaginario del nacional y la imagen del pais frente al extranjero.
¿Como orquestar la transformación? Esta es una tarea para los ministerios de Cultura y Turismo. Pero lo ideal sería que ellos realizaran una licitación para escoger una firma que se encargue del diseño de la remodelación en base al concepto aquí esbozado del Palacio. Eventualmente se podría también licitar la gerencia y explotación del lugar y hasta privatizarse. La idea esta como para patentizarla, especialmente ahora que para el 11 de este mes Netflix anuncia la proyección en Aracataca (Colombia) de su serie de 8 capítulos de la magistral novela “Cien años de soledad”.