En medio de la incertidumbre geopolítica y las tensiones internacionales que marcan la nueva década, las empresas globales se enfrentan a un dilema existencial: ¿cómo pueden mantener su alcance global y prosperar en un mundo cada vez más fragmentado?

Las recientes guerras y conflictos en Europa y Medio Oriente, junto con la intensificación de las rivalidades entre Estados Unidos y China, han puesto a prueba la resiliencia de las organizaciones globales. A medida que la cooperación global muestra signos de debilitamiento, con un aumento en el número de conflictos y eventos violentos, los líderes empresariales se encuentran en una encrucijada estratégica fundamental. La necesidad de adaptarse a un entorno geopolítico volátil se ha vuelto imperativa para mantener la sostenibilidad y el crecimiento a largo plazo.

Un reciente barómetro de cooperación global, desarrollado por el Foro Económico Mundial y McKinsey, reveló que la cooperación internacional está en declive, con una notable disminución en la cooperación en áreas críticas como la seguridad y la paz. Este contexto plantea preguntas cruciales para las empresas globales: ¿es posible seguir siendo global en este clima incierto? Y de ser así, ¿cómo pueden adaptarse efectivamente?

La respuesta a estas preguntas no es simple ni única. Los líderes empresariales tendrán que decidir hasta qué punto pueden mantener la globalidad de sus organizaciones sin comprometer la seguridad, la estabilidad y la eficiencia operativa. Según nuestra última encuesta global, la geopolítica se ha consolidado como el principal riesgo para el crecimiento empresarial, superando incluso a los mercados de capitales en la agenda estratégica de las empresas.

La estrategia de segmentación estructural emerge como una respuesta viable a estos desafíos. Este enfoque implica la división deliberada de las operaciones globales en unidades locales más autónomas, capaces de tomar decisiones adaptadas al entorno geopolítico específico. La segmentación estructural abarca varios dominios clave de operación: desde la cadena de suministro y la investigación y desarrollo (I+D) hasta la gestión de tecnología y datos, pasando por la estructura legal y financiera.

La segmentación estructural permite a las empresas mitigar riesgos al adaptar sus operaciones a las realidades locales mientras mantienen conexiones globales estratégicas. Este enfoque puede adoptar diversas formas según las necesidades y contextos específicos de cada organización:

  1. Reestructuración de cadenas de suministro

Las empresas están reconsiderando la concentración de sus cadenas de suministro globales, optando por modelos más diversificados que reduzcan la vulnerabilidad ante perturbaciones geopolíticas. Algunas organizaciones están retornando a estrategias de "en el mercado, para el mercado", donde la producción y el suministro se localizan más cerca de los mercados consumidores finales.

  1. Investigación y desarrollo adaptativo

La I+D se está adaptando a través de la segmentación, con algunas empresas estableciendo capacidades de investigación dual en mercados distantes entre sí. Esto permite a las empresas mantener acceso a talentos locales y adaptar productos a diferentes requisitos regulatorios y culturales.

  1. Gestión de tecnología y datos

Las empresas están revisando su tecnología empresarial para equilibrar la eficiencia global con la conformidad local. Algunas optan por localizar servicios críticos en mercados específicos para cumplir con regulaciones de privacidad y protección de datos.

  1. Estructuras legales y financieras adaptativas

La creación de entidades legales locales permite a las empresas operar de manera más fluida en diversos entornos regulatorios y mitigar riesgos financieros asociados con la volatilidad geopolítica.

Empresas de diversos sectores están adoptando estrategias de segmentación estructural con resultados variados. Desde la reubicación parcial de la producción hasta la diversificación de la I+D y la adaptación de tecnologías de información y comunicación (TIC), estas medidas no solo mitigaron riesgos, sino que también impulsaron la resiliencia operativa y estratégica.

Por ejemplo, una empresa de tecnología líder ha descentralizado su I+D en respuesta a tensiones geopolíticas, manteniendo capacidades duales en mercados claves como América del Norte y Asia. Esta estrategia no solo ha mejorado la adaptabilidad regional de sus productos, sino que también ha fortalecido su posición competitiva global.

A pesar de sus beneficios, la segmentación estructural plantea desafíos significativos. La complejidad operativa aumenta al gestionar múltiples centros de operaciones y adaptarse a regulaciones locales divergentes. Además, la necesidad de preservar una cultura corporativa cohesiva y mantener la eficiencia económica global sigue siendo crucial.

Para un futuro global resiliente, la capacidad de las empresas para mantener su alcance global en un entorno geopolítico inestable dependerá de su capacidad para navegar hábilmente entre la globalidad y la adaptación localizada. La segmentación estructural emerge como una estrategia viable para lograr este equilibrio, permitiendo a las empresas mitigar riesgos sin renunciar a las oportunidades de crecimiento global.

En un mundo donde la incertidumbre geopolítica es la norma, las organizaciones pueden abrazar la flexibilidad y la adaptabilidad como piedras angulares de su estrategia corporativa. Solo a través de un enfoque estratégico y meticuloso podrán mantenerse resilientes y competitivas en un panorama global en constante cambio.