Ayer, en el INESDYC he visto realizado un sueño al cual, indirectamente, había contribuido. Quisiera interpretarlo como buen auspicio para la realización de otros sueños, como el de una mayor integración regional en ciencia, que vaya desde la formación doctoral hasta la creación de Centros regionales y más ambiciosas infraestructuras científicas, pero esto lo dirá el futuro.

Me refiero al anuncio de la constitución del Capítulo Dominicano de la OWSD, Organización para Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo.

La OWSD es una de las estrellas de la galaxia del sistema Trieste, un conjunto de instituciones de promoción de la ciencia, con atención y enfoque especiales hacia los países en desarrollo. El BigBang inicial fue la fundación, en 1964, del Centro Internacional de Física Teórica, que hoy lleva el nombre de su fundador, Abdus Salam, regalo de Italia a los países en desarrollo, para usar las palabras que, el pasado 2 de junio, con ocasión del 76 aniversario del referéndum institucional italiano, el ministro Antonio Almonte utilizó, recordando haber sido uno de los primeros científicos dominicanos que han participado en sus programas.

El embajador Tony Raful ha recordado en la ceremonia la larga lista de las instituciones de esa galaxia. Entre ellas la OWSD. A veces su acrónimo se traduce en español cambiando el para por un de. Sin embargo, a pesar del lema “Uniendo las científicas del mundo en desarrollo”, sus seis objetivos son teleológicos.

Aumentar la participación de las mujeres de los países en desarrollo en la investigación científica y tecnológica, la enseñanza y el liderazgo;

Promover el reconocimiento de los logros científicos y tecnológicos de las mujeres científicas y tecnólogas de los países en desarrollo;

Promover la colaboración y la comunicación entre las mujeres científicas y tecnólogas de los países en desarrollo y con la comunidad científica internacional en su conjunto;

Aumentar el acceso de las mujeres de los países en desarrollo a los beneficios socioeconómicos de la ciencia y la tecnología;

Promover la participación de las mujeres científicas y tecnólogas en el desarrollo sostenible y económico de su país; y

Aumentar la comprensión del papel de la ciencia y la tecnología en el apoyo a las actividades de desarrollo de las mujeres.

La OWSD es una organización internacional que fue fundada en 1989, pero su idea había sido lanzada en la histórica conferencia sobre el rol de las mujeres en ciencia, que había tenido lugar en Pekín, dos años antes. Sus miembros iniciales fueron 218 y hoy son 8519, cuarenta veces más, misma relación que hay entre las cuarenta científicas miembros del capítulo dominicano hoy día, y la una que fue la que abrió este camino, Idelisa Bonnelly. Lamentablemente falleció hace pocos días y no pudo ver la culminación de un proceso al cual tanto ha contribuido, como fue recordada con emoción por la Dra. Gladys Rosado, directora del centro de biología marina que ella había fundado.

La constitución del capítulo es el resultado de un gran esfuerzo colectivo, coordinado por Denia Cid, investigadora de la PUCMM y del CNCCMDL, y primera presidenta del capítulo. Entre las otras integrantes del Comité Ejecutivo Nacional, tengo años de amistad además que con Denia, que tomó su doctorado en mi universidad en Italia, con Nelphy De La Cruz, física de la UASD y asesora del Ministerio de la Juventud , y Mariela Mateo, física de PUCMM.

Esto me lleva a explicar lo que había dejado pendiente al comienzo, acerca de mi contribución indirecta a la constitución del capítulo.

Hace cinco años, en el Congreso Internacional de Ciencia que suele organizar el MESCyT, estaba prevista una contribución de una colega ecuatoriana, María Fernanda Rivera Velásquez, que acababa de ser galardonada, por América Latina, con uno de los premios de la OWSD, el premio Elsevier-TWAS, para investigadoras en el comienzo de su carrera.

María Fernanda había promovido e iba a hablar de la constitución del capítulo ecuatoriano de la OWSD. Un problema de última hora le impidió venir, y acordamos que yo presentaría su ponencia. Recuerdo que Nelphy estuvo en esa reunión, no estoy seguro si Denia también, y aparentemente la presentación despertó interés y mi género pasó desapercibido. Pero los resultados no fueron inmediatos. Y fue para mí una grata sorpresa, en vísperas de dejar la República Dominicana, aunque espero no de manera definitiva, ver que la idea había tomado su tiempo, pero se había concretado.

Como el modelo ecuatoriano sirvió en República Dominicana, es probable que el modelo dominicano genere clones en Centro América, donde no existen otros capítulos nacionales, pero se dan condiciones favorables gracias a la Red Centroamericana de investigadores en Ciencias Naturales, a la cual varias científicas del capítulo también pertenecen.

Ayer Denia Cid presentó un dato que se presta a diferentes lecturas. Mencionó que el 33% de los investigadores participantes en proyectos financiado por el MESCyT a través de Fondocyt son mujeres. Ella sugirió como meta aumentar este porcentaje, que, sin embargo, no es muy diferente de la media mundial, aunque estadísticamente tiene un peso distinto en un país donde las mujeres universitarias son el 63%.

Hay que mejorar este dato, no se puede no estar de acuerdo, pero hay muchos otros problemas que no se pueden ignorar. El desequilibrio de género, y no solamente en República Dominicana, no es solamente un problema cuantitativo. Hay un problema de rol en los grupos de investigación y se manifiesta sobre todo en el desarrollo de la carrera académica. Y esto sin mencionar otros problemas que se refieren no solamente a las mujeres investigadoras, sino también a las que hubieran podido serlo y a las cuales razones económicas lo impidieron de manera selectiva y preferencial respecto a hermanos que pudieron continuar sus estudios.

Es cierto que esta última observación en parte trasciende la variable género. El tema de la exclusión por razones socio-económicas, y en ciertos países étnicas, no es solamente de género, pero el género no es un aspecto sobre estructural, y requiere políticas. Por esta razón, es con cierta amargura que he leído que, mientras nacía el Capítulo de la OWSD, ese mismo día no hubiera sido posible ratificar la decisión de las Naciones Unidas de celebrar el 11 de octubre el Día internacional de la niña.

Lo que espero es que el capítulo dominicano de la OWSD no se limite a los objetivos directos de la organización y afronte esos y otros problemas. La existencia de la membresía de amigos de la OWSD les asegura que para esto las mujeres del capítulo no estarán solas.

La OWSD es una organización para las mujeres en ciencia, cuyos objetivos son muy específicos. Sin embargo, no debería hacer falta recordar que aumentar su membresía es sí una meta importante, aumentar su contribución al desarrollo científico es sí una meta importante, pero no se puede prescindir de enfrentar, sin taparse los ojos, problemas sociales que no pueden ignorarse, que van desde los embarazos de adolescentes al acoso sexual.

¿Nexo indirecto con el tema de fondo? ¡No!

Es banal observar el impacto que tiene un embarazo en la adolescencia, y el efecto para el tema de la ciencia no es el principal.

El movimiento metoo ha contribuido a poner en evidencia que el problema existe en la academia y en las mismas aulas universitarias. Reenvío el/la lector(a) a un excelente artículo sobre este tema: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/15236803.2021.1877983, del cual me limito a citar el dato de un informe para la Asociación de las universidades americanas, según el cual al menos el 13% de las mujeres en la academia (encuesta en 33 universidades top) han sido víctimas de acoso sexual por parte de un docente.

En los últimos dos años he tenido el honor de poder organizar dos simposios para el MESCyT en el marco del Congreso anual. En ambos los temas de género han tenido cabida, y en un caso el foco fue el tema de la necesidad de una educación inclusiva. Ojalá el movimiento que ha llevado a la creación de este capítulo tenga el éxito que se merece e iniciativas de esta naturaleza se puedan extinguir porque innecesarias en una sociedad donde el género no genere desigualdades. Mientras tanto, mis deseos de éxito y gracias Denia y sus compañeras (las ya mencionadas y Celenia Fermín, Yamiry E. Ruiz, Lissette Rodriguez y Maria Guadalupe Silva-Vetri) por su compromiso.