Está comiendo jícama en Tizayuca
con papas y chile al atardecer
en el zócalo, ella, antes
de leer lírica en voz alta
y encontrarse con nuevos lectores
hechizados por sus imágenes
nacidas en las ciencias ambientales
y animales, vegetales, microscópicas
mientras los zenzontles vuelan
y cantan sus despedidas
antes de reposar en las ramas
por la noche, y el amanuensis
regresa a su despacho para
transcribir la escena como
una radiografía
del instante que la flecha
del alto amor fue enviado
al cierre del día
que cocinaba rico con
el sabor de jícama con chile,
tú en Tizayuca.