Morir en Bruselas es el título de la novela del escritor santiaguero Pablo Gómez Borbón, ganadora del Premio Nacional Eduardo León Jiménes. Pero ganadora también del reconocimiento de la élite intelectual que la ha valorado positivamente como un gran aporte al conocimiento y al desvelamiento de aquellos turbulentos  acontecimientos repletos de misterios, intrigas y sospechas.  

Fue publicada en el 2021, tras siete años de profundas investigaciones y entrevistas realizadas en ocho países a  personajes importantes, por haber sido, de una manera u otra, protagonistas de la historia narrada en la novela.

Me la prestó mi compañero y amigo Leónidas Méndez, un antiguo dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), que a finales de los años sesenta estuvo en la República Popular China enviado por su partido. Acabo de leerla con fruición e interés y cotejando con detenimiento y cuidado los  abundantes detalles y nombres envueltos en la novela, que la convierten en una interesante trama, que aunque escrita como un relato novelado, se mantiene apegada a los hechos históricos.

La novela, como se sabe, trata sobre la horrible muerte de Miriam Pinedo, una mujer humilde, militante del Movimiento Popular Dominicano (MPD), y viuda del líder empedeísta Otto Morales, asesinado por el régimen balaguerista a plena luz del día y después de haberse entregado a las fuerzas del orden el 16 de julio de 1970. Y por supuesto trata también de la muerte del líder del MPD, Maximiliano Gómez,  el Moreno, un hombre de origen humilde, carismático, estudioso, empático, que logró, en base a su esfuerzo y talento, liderar el MPD en momentos de extremas dificultades. Es imposible hablar de Miriam sin hablar del Moreno.  La muerte de Miriam está concatenada a la muerte de El Moreno. Es una consecuencia de ella. 

Sobre la muerte del Moreno se han tejido diversas hipótesis, tesis y conjeturas. Son muchas las versiones sobre los responsables de esa muerte que consternó al MPD y al movimiento revolucionario dominicano, pero la más difundida y aceptada, aunque no por ello es absolutamente cierta, es la atribuida a la tenebrosa Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero decir eso es como no decir muchas cosas, es como no querer entrar en los detalles, es como no culpar a nadie en particular. 

Hay un personaje siniestro que baila en la muerte del Moreno, y  baila más aún en la muerte de Miriam. Unos lo culpan de haber matado al Moreno por instrucciones de la CIA. Otros no llegan a tanto. En lo que todo el mundo está de acuerdo es que fue él quien mató y descuartizó con horripilante saña el cadáver de Miriam. Se trata del llamado Manolo Plata, cuyo nombre verdadero es Freddy Díaz, un antiguo sargento del ejército que llegó a ocupar altas posiciones en el MPD y que fue uno de los 21 prisioneros políticos canjeados a raíz del secuestro del coronel norteamericano Donald J. Crowley. Plata, según dicen quienes lo conocieron, era un hombre de baja formación y de notable instinto criminal, que generaba temor incluso en militantes del MPD. Cosa extraña: militantes que se enfrentaban con valentía y sin temor a la represión balaguerista, le guardaban temor a ese personaje. También debe decirse, porque la verdad histórica no se puede maquillar ni esconder, que ese señor se convirtió en un momento en jefe de la seguridad del Moreno y en uno de sus hombres de confianza.

Como lector siento gran satisfacción por haber invertido muchas horas en la lectura de esa gran novela de 446 páginas. Me atrapó desde la primera página, transportándome junto al autor y a los personajes a Bruselas. Me fui a todos los países donde se efectuaron las investigaciones  y terminé conociendo los abundantes nombres de los protagonistas de esa historia. Me siento  muy complacido de haberla leído. 

Al leerla no hay manera de no sentir nausea y rabia por la muerte de Miriam. Una muerte espantosa, cruel, discutida y aprobada, además, por un grupo de empedeístas, reunidos en Paris, que acaudillaba temerariamente Manolo Plata. Muerto el Moreno, éste se había quedado como líder del grupo en Europa, hecho que habla por si solo de la baja formación y de la escasa calidad política y humana del grupo. Miriam fue secuestrada, aislada, maltratada, asesinada y descuartizada. No fue la CIA, ni la policía belga ni los agentes balagueristas quienes perpetraron ese atroz crimen.  No. Fueron los del MPD, los mismos que luchaban contra el régimen de Joaquín Balaguer y por la libertad y la democracia dominicana. Son de las ironías y contradicciones de la vida política.

Manolo Plata fue el asesino, el ejecutor. Pero los que votaron su muerte no pueden zafarse de sus culpas. Podían decir, como dijo uno, que tal vez ellos jamás pensaron que sería asesinada de esa manera. Pero eso no los exime de responsabilidad, no los descarga. Para ejecutar su crimen Plata necesitaba de una decisión colectiva emanada de algún organismo, y ellos, tal vez ingenuamente, o temerosamente, o convencidos de la falacia tejida por él de que Miriam había envenenado y asesinado al Moreno, le facilitaron esa decisión. 

Miriam era una mujer enferma, depresiva, con 4 pequeños hijos. En el libro sale a flote que lo que pudo llevar a Manolo a planificar y ejecutar su muerte es un asunto de carácter personal, pero también el querer encubrir la muerte del propio Moreno, por ser Miriam la única testigo presente aquella noche del asesinato del Moreno. La verdad verdad ya es muy difícil de saber. En lo que no hay dudas es que fue el siniestro Manolo Plata, dirigente del MPD, con la aprobación de sus compañeros en Europa, quien ejecutó ese espantoso crimen.

Sé que al escribir este artículo no estoy diciendo nada nuevo. Pero quise, en la columna de hoy, hacer un reconocimiento público al autor de la obra, por su dedicación amplia y profunda a investigar durante siete años unos hechos que ni los más avezados investigadores han podido ofrecer versiones concluyentes sobre ellos.

La muerte del Moreno se puede achacar a Balaguer, a la CIA o a Manolo Plata. Pero la muerte de Miriam no está en duda. Es obra de Manolo Plata y de los que lastimosamente votaron su muerte en Europa. Si aun no has leído la novela Morir en Bruselas, y te apasionan esos temas, léela y no te arrepentirás.