Recientemente, se han dados a conocer algunos datos e informaciones sobre los cambios en la cultura religiosa en la sociedad dominicana que, ha dado lugar a algunas críticas y consideraciones morales y políticas. Sin embargo, en este artículo, mi interés, es tratar de comprender el crecimiento de la religiosidad, desde el punto de vista de la sociología de la modernización.
En la sociología clásica está la idea que, el proceso de modernización, de evolución del capitalismo es, al mismo tiempo, un proceso de secularización de las sociedades. De que la racionalización progresiva de las sociedades y la capacidad de supervivencias de las creencias, la fe y las comunidades religiosas, es una relación inversamente proporcional.
A decir de Weber, la evolución de la modernidad racional capitalista, nos condena a vivir en “la Jaula de Hierro” del racionalismo. “En todo caso- dice Weber en su ética protestante- el capitalismo victorioso no necesita ya de este apoyo religioso, puesto que descansa en fundamentos mecánicos”.
Por igual, Marx, en su manifiesto comunista, dejó plasmada la idea que, con la evolución de la modernización capitalista: “Todo lo establecido se va desapareciendo; todo lo sacro es profanado, y los hombres se ven finalmente obligados a contemplar sus condiciones de vida y sus relaciones reciprocas, en toda su desnudez”.
En ambos casos, la evolución del racionalismo y el capitalismo europeo, supone al mismo tiempo, el desencantamiento religioso progresivo de las sociedades modernas.
Sin embargo, hay que reconocer que, Durkheim en su texto: Las formas elementales de la vida religiosa, propuso una idea un tanto diferente. Pues para él, la modernización es un proceso de división del trabajo y diferenciación de la sociedad que da lugar al auge del individualismo egoísta, la crisis de solidaridad y la anomía social. En ese sentido, las creencias y valores religiosos cumplen una función comunitaria, de integración social, frente a las amenazas del individualismo egoísta y, la falta de solidaridad social, producto de la modernización capitalista.
Pero, al margen de estas consideraciones teóricas de los clásicos de la sociología, lo cierto es que, con la evolución de la modernización capitalista en el mundo, sobre todo en Latinoamérica y el país, estas predicciones, como tantas otras, no se han cumplidos.
Veamos los datos. Según Pew Research, con la excepción de los budistas, todos los principales grupos religiosos del mundo están preparados para cierto crecimiento en las próximas décadas. En todo el mundo, se prevé que la población hindú aumente un 34 %, de poco más de 1000 millones a casi 1400 millones, manteniendo aproximadamente el ritmo del crecimiento de la población general. Se espera que los judíos, el grupo religioso más pequeño, crezcan un 16 %, de poco menos de 14 millones en 2010 a 16,1 millones en todo el mundo en 2050.
Aunque el cristianismo sigue siendo la religión más grande del mundo, según las proyecciones de Pew Research, para 2050 habrá casi paridad entre musulmanes (2800 millones, o el 30 % de la población) y cristianos (2900 millones, o el 31 %), posiblemente por primera vez en la historia.
En la sociedad dominicana, al igual que los países de la región, las cosas no son diferentes. Las religiones han seguido creciendo, sin embargo, el cambio religioso más significativo que se ha estado produciendo, es la pérdida de la afiliación católica y el incremento de las comunidades protestantes, sobre todo pentecostales. Según Pew Research, para el 1970, el 94 % de los dominicanos decía ser católico, mientras que para el 2014, era sólo de un 57 %. Con una pérdida de 37 %, en cuatro décadas.
En ese mismo sentido, la encuesta del Centro Económico del Cibao del 2021, estima que la población católica ha venido reduciéndose a un 59.2 % en la actualidad, mientras que la protestante sigue creciendo y ronda el 19.0% en estos momentos.
En relación a la fe y las creencias religiosas, los resultados del informe de la encuesta mundial de valores del 2020, establecen que el 98. 90 % de la población dominicana son creyentes de Dios, que el 89 % considera que Dios es muy importante en sus vidas, mientras que un 73.22 % cree en la vida después de la muerte, un 89.40 % cree en el cielo y un 68.80 % cree en el infierno.
En todos casos, al margen de las diferencias de datos y pronósticos de estas encuestas, los que interesa destacar es que, a diferencias de los esperados o pronosticados, la cultura religiosa: la fe, las prácticas rituales y las comunidades religiosas en el mundo siguen creciendo.
Por tanto, resulta pertinente, preguntarse: ¿Qué ha estado pasando en la sociedad dominicana que, a pesar del proceso de modernización-racionalización- la cultura religiosa no deja de crecer?
A partir de esta pregunta, se han propuesto varias respuestas: la primera, de la tradición marxista, que asume que el crecimiento del protestantismo nos viene de influencia exógena del imperialismo cultural norteamericano. La segunda, sin subestimar la primera, supone que el crecimiento de la religiosidad y del protestantismo en particular, está asociado a condiciones endógenas, es decir a las crisis internas: políticas, sociales, culturales y existenciales de la población. Y una tercera, que plantea que nunca hemos sido, totalmente, modernos, que la fe, las prácticas y creencias religiosas, siempre han convivido con el proceso de modernización-racionalización.
Los que aparece claro es que, la modernización no supone un proceso lineal de racionalización a todos los niveles. En el país, como las mayorías de países Latinoamericanos, los sistemas especializados como la economía, la política, el derecho, la ciencia, la tecnología, la burocracia de la gestión pública y privada se han secularizado, pues se organizan a partir de una lógica racional-científica, pero no así, a nivel cultural, donde persisten las tradiciones religiosas y las condiciones sociales que hacen posible el desarrollo de la religiosidad.
La modernización significa cambio, pero también continuidad con la tradición religiosa. Estos cambios abren las puertas a nuevos riesgos, inseguridades, incertidumbres y la necesidad de proveer de sentido significativo y trascendentales a la vida en comunidad. Como ha dicho Habermas en uno de su texto: “Hoy, cuando los miembros de una comunidad religiosa realizan sus prácticas rituales, buscan la seguridad de una fuente de solidaridad que ya no es accesible por cualquier otro medio”.
A diferencia de los que pensaron algunos clásicos de la sociología y los nuevos gurúses de la tecnología, los procesos de modernización no son teológicos, sino abiertos, pues no pueden reducirse a la pura racionalidad o la pura religiosidad. De ahí deviene el uso del prefijo post, pues en términos culturales, la modernización, puede llevarnos directamente al incremento de la reflexividad individual, como puede arrojarnos al tribalismo comunitarista.
De manera que, el crecimiento de la cultura religiosa en nuestro país, en el marco del proceso de modernización, encuentra su legitimidad y, sus condiciones de desarrollo: Porque, primero, es parte de la tradición cultural. Segundo, porque la religión posee el privilegio y el monopolio de la salvación del alma, frente a las desgracias, escepticismos, incertidumbres y sufrimientos existenciales de los individuos y, tercero, porque organiza prácticas comunitarias proveedores de sentido, identidad, inclusión y solidaridad social en las comunidades excluidas y empobrecidas de la sociedad dominicana.