Les hablaré hoy de dos mujeres políticas que se destacaron por defender valores democráticos y los derechos humanos. Minerva Mirabal Reyes nació en un campo de  Rep.Dom, el 12 de marzo del 1926, y desde niña llamaba la atención porque era una gran lectora y por acumular centenares de libros en su biblioteca. Se graduó de doctora en derecho, con los máximos honores, y desarrolló una cultura y un carácter extraordinario bajo acontecimientos que seguía y le impactaron, como la  revolución rusa; el final de la Segunda Guerra Mundial, la liberación de la India, el triunfo de la Rev. Cubana y la horrible tiranía de Trujillo.

Sin embargo, era tan soñadora, que a veces no vivía el mundo real. Por ejemplo, nunca debió compartir con el tirano Trujillo, en una fiesta en el  1949 y menos desafiarlo política  y sentimentalmente. Lo que determinó que él la identificara y dijera públicamente años después que su gobierno tenía dos problemas: los curas y las Mirabal; o sea, ella. Y con dos hijos, en lugar de fugarse o asilarse como la esposa de Pedro de Henríquez Ureña, Josefina Padilla y Sina Cabral, y otras tantas, lo enfrentó hasta que él ordenó su asesinato, junto a sus hermanas Patria y María Teresa y el mártir Rufino de la Cruz, el 25 de noviembre del 1960, un crimen tan horrendo que determinó la caída del tirano.

Francia Márquez Mina,  nació en un campo de Colombia, donde trabajó como agricultora, obrera de minera y en servicios domésticos. De niña quiso ser cantante, actriz y bailarina, pero a los 13 años inició sus luchas por la defensa de tierras, ríos y los derechos de sus ocupantes. Ascendió al plano nacional cuando  dirigió una marcha de 600 kilómetros a Bogotá, llamada de los Turbantes, que influyó para que la Corte Suprema de Colombia paralizara la entrega de tierras a una empresa multinacional, en 2015. Por lo que la amenazaron; atentaron contra su vida y debió  mudarse. Recibió el Premio a la Defensora del Año en Colombia y el Premio Golman en Estados Unidos en el 2018, conocido como el Premio Nobel ambiental, en reconocimiento a los defensores del territorio y el medio ambiente.

Como madre soltera de dos hijos completó su licenciatura en derecho en el 2020; año en que anunció que quería ser presidente de Colombia y convertirse en la voz de los que llama los nadie y las nadie. Fue víctima del racismo, el colonialismo, la esclavitud, patriarcado, la opresión clasista y machista. Y siendo mujer, negra, pobre, campesina, descendiente de africanos e indios. En  hombros de movimientos sociales y  activistas comunitarios y el apoyo de  las redes sociales llegó a vicepresidente de Colombia, en una sociedad gobernada por hombres, blancos, ricos, urbanos descendientes de europeos.

Minerva y Francia, dos mujeres que alcanzaron tan elevados objetivos porque actuaron con valentía y visión y lucharon por causas justas y populares sin pensar en los obstáculos y peligros, tal vez influidas por la llamada enfermedad del poder o el hibris, al actuar con exceso de confianza, y tomar decisiones sin oír consejos y  opiniones de los demás.