Todos hemos pasado por esa primera experiencia laboral, una experiencia llena de incertidumbres, expectativas, sueños, anhelos, mucho que aportar, pero también mucho que aprender, sin embargo, la rapidez con la que nos lleva el mundo, nos hace pasar por alto y olvidar que siempre hay una primera vez.
En la investigación de Villamizar, J., & Barrero, F. (2021). Titulada “Cambios en los perfiles laborales en la República Dominicana como resultado de la pandemia” refieren en parte de su análisis que la edad y la formación son los factores que mayor brecha presentan en el país, puesto que la mayoría de las empresas demandan personal entre los 25 y 45 años, con formación en educación superior, en tanto, la mayor proporción de desocupados con relación a la población se encuentra entre los menores de 25 años y mayores de 45 años, así como en los trabajadores con estudios de secundaria.
Si observamos las vacantes que son publicadas diariamente, en las diferentes redes sociales y medios de comunicación en el país, vemos que uno de los requisitos solicitados, es que tengan experiencia laboral, incluso algunas empresas colocan los años de experiencia que debe tener el candidato y analizando esto, me pregunto ¿cómo los jóvenes obtendrán experiencia si como lideres no la otorgamos?, ¿cómo aprenderán si no se insertan en el mercado laboral? ¿acaso no merecen la misma oportunidad que un día recibimos nosotros?
Cuando nos hacemos bachilleres, vamos a la universidad con muchas ansias de aprender, con hambre de salir adelante, de ser alguien, de conseguir trabajo, muchos hemos querido ayudar a nuestros padres, comprar un carrito, me atrevo a afirmar que muchos salimos del Liceo o del Colegio con esta actitud y nos fajamos a estudiar, hacer cursos (los que podían), para “tener un currículum” y poder conseguir un trabajo que nos ayude a salir adelante.
Gracias a Dios, cuando tenía 19 años y cursando el 4to semestre de Contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), recibí la gracia de que una Contadora me recibiera en su oficina, sin experiencia, sin conocimiento alguno, Dios me proveyó ese trabajo, recibí entrenamiento y así poco a poco me abrí camino, hoy soy Contadora y Docente, amo enseñar y sin lugar a dudas disfruto lo que hago, sin embargo, en el ámbito laboral el proceso de enseñanza, es poquito diferente porque como líder esperan de ti resultados, con un colaborador nuevo y sin experiencia es poco probable ofrecer esos resultados en el tiempo requerido, por los menos en la primera etapa de su entrenamiento.
Hoy puedo decir que, aunque no es un proceso fácil, dar la oportunidad a colaboradores sin experiencia ha sido una de las vivencias que más he disfrutado en mi trabajo, la satisfacción que se siente al ver el crecimiento y desarrollo de esos chicos es impresionante, para mi es un orgullo.
El potencial que tienen esos jóvenes, el deseo de aprender y superarse hace que desarrollen capacidades, habilidades y destrezas inimaginables. Todos tenemos algo que aportar, si eres un buen líder lograrás obtener lo mejor de cada uno, desarrollar a las personas es un arte que no solo abarca el ámbito laboral, sino que también abarca el personal y el espiritual.
Si tienes una vacante date la oportunidad de formar a alguien, de desarrollarlo de forma integral; ese chico o chica te lo agradecerá, estarás impactando no solo su vida sino también la de su familia.