Las campañas electorales son una maravillosa cantera de creatividad cuando los aspirantes observan la realidad. Que lo dicho por el candidato sea mentira o verdad, va a depender de la conveniencia de uno u otro. No hay límites.
Sin embargo, esa prodigiosa capacidad viene de lejos. Ramón María de las Mercedes de Campoamor, poeta español, lo dijo a mediados del siglo XIX, en el poema: “Las dos linternas”.
— Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira.
Veamos varias anécdotas sobre el particular acontecidas en el país en épocas diferentes.
Corría el año 1994, se desarrollaba la campaña electoral para elegir síndicos (ahora alcaldes), regidores, diputados, senadores y el presidente y vicepresidente de la República. El PRD llevaba a cabo un mitin en la Av. Las Carreras, a la altura del Monumento a los Héroes de la Restauración.
Tony Raful animaba en la tarima, hacia magia para encender las emociones de los presentes. Él tenía que arrancarles los aplausos para los líderes que iba llamando a subir al escenario uno por uno.
Uno de los invitados a subir aprovechó para acercarse a Raful con el propósito aparente de saludarlo. En verdad el dirigente quería decirle que cientos de prerredeístas venían en camino para integrarse a la multitud.
Por mucho esfuerzo que haga, a él le ha sido imposible divisar los actos de corrupción cometidos por los funcionarios durante los doce años en que él fue presidente.
Pero Tony Raful, un veterano animador, vio en la información una oportunidad de oro para enardecer los ánimos de la concurrencia. Él se quedó tieso, en silencio rotundo por varios segundos. La multitud estaba en suspenso. Luego, de manera repentina, el poeta levantó su mano derecha, señaló con el dedo índice hacia abajo, en dirección al rio Yaque. El gentío lo seguía con la mirada. Entonces dijo:
— Mírenlos allá donde vienen, parecen un mar de gente, como si el Yaque Dormilón hubiera despertado para inundar la ciudad pueblo arriba. Allá vienen los compañeros de la Otra Banda, Baracoa y la Joya encabezados por nuestros líderes locales. Vienen por la Av. Hermanas Mirabal, cruzando la calle General López (hoy Av. Antonio Guzmán Fernández).
Cipriano Martínez, el afamado Ciprimar, locutor y abogado santiaguero, observaba la actividad con discreción. Pero cuando escuchó la arenga de Raful se quedó espantado, luego de recuperar el aliento dijo:
— ¡El dianche! Parece que el poeta Tony Raful, además de vista veinte-veinte también tiene lengua treinta-treinta.
Quienes conocen el área comprendida entre la tarima del mitin y la Av. Antonio Guzmán, saben cuan imposible es ver lo que pasa de un extremo al otro. Pero la agitación bloquea la razón.
Francisco Domínguez Brito —años después— denunció lo que se conoce como el fraude del palito. Entonces candidato a senador por el PLD. Él vio clarito cómo los perredeístas de Santiago le ponían un palito alante al total de votos ganados por ellos. Es decir, si en el acta “X” el PRD tenía 67 votos, con el palito alante se leía 167 votos.
Se reunieron delegaciones de los dos partidos con los mejores especialistas de la JCE y observadores internacionales, pero nadie más pudo ver el dichoso palito.
La Operación 13, el supuesto fraude de más de 500 millones de pesos en la Lotería Nacional se destapó en 2021. Entre los primeros implicados había unos ciegos que parece, no les hacen falta los ojos para ver. Se dice que veían más de la cuenta.
Pero el récord en emplear la agudeza de miras lo ostenta el Dr. Leonel Fernández Reyna, expresidente de la República Dominicana y líder de la Fuerza del Pueblo. Por ejemplo, en el 2019 divisó un algoritmo en las primarias del PLD que solo afectaba su precandidatura. Ni tan siquiera los técnicos más duchos lograron detectar el supuesto fraude.
En las elecciones municipales de febrero pasado el exmandatario detectó el método utilizado por el PRM para inducir la abstención electoral. El mismo algoritmo, pero menos tecnológico.
Ahora él se apresta a denunciar el fraude que se hará en las elecciones del próximo mayo 19. Lo vio antes de que sucediera.
Fernández es capaz de distinguir el más mínimo acto de corrupción cometido por los funcionarios del actual gobierno.
Pero hay algo que el León desvencijado nunca ha logrado ver. Por mucho esfuerzo que haga, a él le ha sido imposible divisar los actos de corrupción cometidos por los funcionarios durante los doce años en que él fue presidente.
Para que la resaca sea menos traumática, en resumen, a los ciudadanos solo les queda estar chivos con lo que se dice en campaña electoral. Porque “fueran mentira o verdad” todo es relativo.