Es, como todos nuestros grandes héroes, un ser procedente de nuestras raíces más profundas; sin adornos académicos extraordinarios; sin otros quehaceres que no sean simplemente hacer la vida; sin otra vocación que no sea desempeñar bien una vida sin adornos ni fama; sin otro afán que no sea entregarse a lo que hace y sin pensar en ganar una gloria que le llega sola. Es Marileidy Paulino, ejemplo de nuestro pueblo bueno, que nos aporta ante el mundo más fama positiva que cualquier falso hacedor de mundos; que en cada paso que da en la pista olímpica no piensa en un contrato millonario, pues solo lleva a su pueblo en la mente.