Don Avelino Stanley comienza su artículo dado a la estampa en Acento del jueves 16 de los corrientes mintiendo como un bellaco. Dice que yo lo sometí a la justicia junto al historiador Franklin J. Franco, primer embuste. Mete de tapadillo a un muerto que no puede desmentirlo. A seguidas remata la faena con otra mentira , que yo retiré el sometimiento ante los tribunales. Luego nos dice que él es un flamante empresario editorial. Entonce extrae de su caletre libros que Cocolo Editorial dio a conocer hace más de un cuarto de siglo.
Uno se dice ¡qué memoria tiene este señor! Pero resulta que de todo su prontuario editorial ha olvidado mencionar su principal hazaña editorial: ha obtenido adjudicaciones millonarias en el MINERD. De todo eso, se hablará cuando se lleve a cabo el sometimiento judicial que él le prometió al país, y que espero, sinceramente, que no sea otra de sus mentiras. Porque asistiré a los tribunales encantado. Sobre todo, porque en la DGI y en el Tribunal de Comercio se van a enterar de cosas importantes. Nos dice el señor Stanley que su empresa ha estado muy activa, en Impuestos Internos no tienen esa opinión.
¡Qué extraño! El señor Stanley habla de sus muchas proezas editoriales. En la entrevista que me hizo Acento, solo he hablado de manuales escolares. Pero Stanley, hábilmente, saca el balón de la cancha. Porque para eso él no tiene memoria. Se ha olvidado que él ha obtenido adjudicaciones millonarias en el MINERD. Que, al parecer, tal como consta en el reportaje de El Informe de la periodista Alicia Ortega, se halla involucrado en un escándalo de libros de lectura que aun se ventila en los tribunales, que involucra una cifra de negocios de 800 millones que viene arrastrándose desde la administración de don Andrés Navarro, quien, ante las evidencias dolosas, paró en seco a estos señores.
¿Por qué el señor Avelino Stanley ha olvidado que su empresa Cocolo Editorial obtuvo una adjudicación por más de 160 millones en el MINERD? que en las evaluaciones obtuvo una puntuación muy por encima de Editorial Santillana, una empresa que tiene equipo editorial, tradición mundial en manuales escolares. Una plataforma real, que los inspectores de compra y contrataciones pueden verificar en cualquier momento, sin temor a sorpresas desagradables. Haberle ganado a Santillana debió ser una hazaña inolvidable.
¿Por qué un empresario con tan buena memoria se ha olvidado del único éxito económico que ha obtenido en los últimos treinta años? Será el alemán famoso: ¡no!, no es el alzheimer ni la memoria selectiva, es la astucia de este lobo disfrazado con piel de cordero. Que se cree más listo que los demás, y que cuando tiene que declarar mete una morcilla.
Yo ya estoy pidiendo las maquetas de los libros de textos que usted sometió al MINERD. Prepare usted sus papeles: vaya buscando la nómina de sus empleados: editores, autores de libros de textos, plataforma física, secretarias, director editorial etcétera. Porque si no tiene usted eso, entonces, usted se ha metido en un problema gordo. Quiere eso decir que usted ha llevado al MINERD las maquetas de libros que han sido elaborados por otra empresa y que han sido presentado con su sello empresarial, para, mediante esa argucia, obtener una adjudicación del Estado, y eso se llama servir de testaferro. Es un tipo de fraude penado por la ley.
Sinceramente, don Avelino, espero con ansiedad que usted me someta. ¡Sométame! Que a usted le sobra el dinero para pagar abogados. Será divertido. Será la primera vez que el puerco se rasca en javilla.