El día que a alguien se le ocurra hacer una antología de la infamia en la República Dominicana Manuel Núñez ocupará un espacio cimero, porque esa es una de sus especialidades. Desde la posición que ocupa en el Ministerio de Educación ahora parece habérsele agregado la condición de aumentar cifras astronómicamente sin avalarlas. Y como prestidigitador de esquina concurrida suelta cantidades y afirmaciones cada vez que se le asoman a su conveniencia. (Ver https://acento.com.do/opinion/manuel-nunez-responde-avelino-stanley-sometame-9165433.html, 18-02-2023). Es que su propósito no es rebatir, sino confundir bajo el lema goebbelsiano de aquel repudiado ministro nazi que promovía el “miente, miente, que algo queda”.
El nombre de Cocolo Editorial no es parte en lo absoluto del Informe de la periodista Alicia Ortega al que hace referencia el director de la Unidad Editorial del Minerd. Y el nombre mío está en ese expediente junto al de otros 29 autores dominicanos, algunos ya fallecidos, que con todo el derecho del mundo fueron incluidos en un proyecto de lectura. ¿Cuál es el delito? Un proyecto impugnado por los mismos francotiradores que también, de forma soterrada, quisieron lanzarles lodo a las editoriales dominicanas en el caso de los libros digitales con la única intención de mantener un monopolio en el sector.
Ni siquiera porque está en el seno de la fuente Manuel Núñez indaga los montos a los que se refiere. Parece un cientista que no hace un ápice de esfuerzo por corroborar la objetividad. Se trata de un proyecto de 266 millones de pesos, con una sentencia a favor y ventilándose en la Suprema Corte de Justicia. Pero como su fin es confundir afirma que el mismo “involucra una cifra de negocios de 800 millones”, muy lejos de los reales 266 millones mencionados. Es como si en el Minerd hubiera un espejo de aumento. Porque el lunes 13/02/23, según el periódico El Nacional, desde las altas esferas de esa cartera se informó que el ministerio había pagado 5 mil 500 millones de pesos por los libros de texto digitales. Cuando la cifra real envuelta en ese caso es de 1,860 millones de pesos (por 4 años), según los términos de referencia de la licitación. Diez editoriales que formaron parte de ese proceso hasta el día de hoy no han recibido ni un solo centavo de ese proyecto. Por igual, desde el Minerd se ha dicho una y otra vez, repetido por boca de Núñez, que la cartera se ahorrará 5 mil millones de pesos anuales en los libros de texto que está elaborando. En toda la historia del Minerd nunca se ha invertido esa cantidad en un año escolar. Que lo demuestre públicamente.
Por tergiversar, por echar veneno, porque esa es la especialidad de Manuel Núñez, afirmó que la puntuación de Cocolo Editorial era superior a la de otra editorial. Un cientista debió decir que el Minerd evaluó y aprobó 180 libros para los seis cursos del nivel secundario. De ese total, 43 pertenecen a Lengua Española, única área en la que Cocolo Editorial participó. Para quien desee comparar el resultado de las editoriales que sometieron libros en esa asignatura las puntuaciones fueron: Actualidad Escolar: 1: 96; 2: 96; 3: 97.4; 4: 97; (no tiene 5 y 6); Casa Duarte: 1: 96; 2: 93; 3: 94; 4: 93; 5: 95.7 y 6: 96.6; Cocolo Editorial: 1: 94.7; 2: 95.4; 3: 97.3; 4: 95.3; 5: 96 y 6: 97; Santillana: 1: 91; 2: 90; 3: 93; 4: 92; 5: 94 y 6: 93; SM: 1: 91; 2: 91; 3: 90.2; 4: 90; 5: 91 y 6: 90; y Susaeta: 1: 94.8; 2: 98.5; 3: 97.9; 4: 92.8; 5: 90.3 y 6: 97. ¿Sabrá Manuel Núñez que esos libros tuvieron tres rondas de evaluación, cada una con la modalidad de doble ciego? Probablemente no lo sepa, porque así lo manda la Ordenanza 26-2017, esa misma que en la actual gestión del Minerd no quieren mencionar ni por asomo.
Para hacer sus afirmaciones sobre Cocolo Editorial el señor Núñez ni siquiera se informó acerca de lo que significa en los términos modernos una empresa de carácter EIRL. Cuando mandó a monitorear a Cocolo Editorial en la DGII se alarmó con el resultado hallado. Porque según su escrito le lanza encima un monto tan grande a nuestra empresa que no puede creer lo que allí aparece. Y es que, a pesar de lo que venenosamente quiso insinuar, en toda su historia Cocolo Editorial solo ha realizado una operación que ha sido pagada por el Minerd. Solo una, y él que diga el monto. Muy por encima de la amenaza de Manuel, el caso de Cocolo Editorial con la DGII siempre ha estado claro y al día. Lo mismo con la Cámara de Comercio (que así es como se llama, y no Tribunal de Comercio). Quien quiera que lo busque.
En medio de todo Manuel Núñez es un hombre de suerte. Se las ha ingeniado para flotar muy bien. En las últimas dos décadas ha estado nombrado en casi todos los gobiernos. En la campaña electoral que culminó con la pandemia estuvo muy activo con un partido de la oposición (canasta donde aún mantiene una parte de sus huevos). No obstante, instalado el nuevo gobierno del PRM en agosto del 2020, casi de inmediato fue nombrado en el Ministerio de Cultura con un ingreso de 150 mil “tulusules”. Dos años después, en septiembre del 2022, como él mismo dice, “para comer con más grasa”, también cayó en el Ministerio de Educación con 175 mil pesos más. ¡325 mil pesos le saca al Estado dominicano! Aunque nombrado en Educación, en Cultura ha seguido cobrando de manera normal: cobró incluso el pasado mes de enero (Ver: https://cultura.gob.do› recursos-humanos › nomina, Nómina – Ministerio de Cultura /Empleados fijos, 2023).
Manuel Núñez de inmediato argumentará: “La ley me protege, porque es una función cultural”. Podrá protegerlo una ley sustantiva, pero no así la ley universal de la ética. Porque la Academia Dominicana de la Lengua ha sido contratada por el Minerd para la elaboración de libros de texto. Y en la página web de la Academia, cuando uno entra, dice que Núñez es el secretario (un puesto administrativo). Y la justificación para cobrar en Cultura también está justificada con la Academia. Y a Manuel le tocará validar los libros de texto de esa Academia con la cual, además de miembro directivo, tiene ese otro vínculo extraño por el cual cobra. Entonces, ¿no hay un conflicto de intereses ahí?
Quiero dejar bien claro que yo, en lo personal, no tengo ninguna objeción con que miembros de academias dominicanas y profesores universitarios estén haciendo libros de texto. Pero es una verdadera afrenta para el país que quien esté dirigiendo ese proceso sea, sino el más, uno de los mayores abanderados del odio y la xenofobia en la República Dominicana. Lo sabe todo el mundo en el país. Una persona con ese prontuario no es garantía de que validará unos resultados científicamente objetivos. Todo lo contrario, con la pasión desbordada que predica en pro del racismo y de lo más atrasado del conservadurismo, será un acicate que bien puede contaminar tan delicado proceso como es el del contenido de libros de texto para escolares. ¡Dios nos libre!
Mientras se escriben estas líneas, a Núñez ya le llegó el acto judicial de retractación por la difamación a Cocolo Editorial. Ojalá que no se retracte. Porque él verá que la mentira es mentira y no javilla. Yo, por mi parte, ya le he hecho una solicitud a mi abogado. Le pedí que, además de la reparación del daño moral, solicite que Manuel Núñez sea condenado a corregir las faltas ortográficas de todas las canciones que salen en los karaoques del país. Y como él está tan empecinado por aumentar la calidad de la educación, que la condena lo mande a impartir cursos para enseñar a los raperos, reguetoneros y dembowseros dominicanos a no seguir produciendo contenidos depravados, violentos y de rimas fáciles y forzadas. ¡Para que jamás termine esa labor!