El pasado 21 de diciembre asistí al acto celebrado en la Casa museo Hermanas Mirabal, en la provincia Hermanas Mirabal, República Dominicana, en conmemoración del 60 aniversario de la caída de Manolo Tavárez Justo y unos 28 compañeros, quienes lucharon por la avanzada  Constitución de 1963, y contra las desigualdades socioeconómicas; y los asesinaron al entregarse pacíficamente y desarmados, al cabo de 24 días alzados en las “escarpadas montañas de Quisqueya”, por órdenes de la oligarquía y del gobierno de los Estados Unidos, los que decidieron  no permitir otra Cuba en el Caribe.

Manolo Tavárez nació en Monte Cristi, República Dominicana, en 1931, estudió en la Escuela Normal de Santo domingo, donde se relacionó con ideas y enfoques socialistas a través de sus profesores, como Pedro Mir, Tulio H. Arvelo, entre otros. Temprano se vinculó a la Juventud socialista. Y junto a su esposa, la revolucionaria Dra. Minerva Mirabal, fundó la Agrupación política 14 de Junio, que los historiadores caracterizan como la más poderosa organización revolucionaria de la historia dominicana y una de las más influyentes en el derrocamiento de tiranía del Jefe.

Sin embargo, mientras Minerva defendía la propiedad privada y fomentaba negocios y era importante productora agropecuaria Manolo la combatía y le llamaba la nefasta propiedad privada. Y tras graduarse de abogado, lo nombraron fiscalizador en su pueblo y acumuló los primeros cheques, pero los arrojó al agua en presencia de testigos, ya que no podía aceptar el pago de un gobierno sanguinario. Tampoco creía en el voto popular, ya que un mes antes de las primeras elecciones libres y limpias de 1962, donde eligieron al profesor Juan Bosch, él y su organización proclamaron: ¡La consigna nacional en diciembre: no votar! Y se abstuvieron de participar en esa consulta electoral.

Manolo creía poco en la vía política y se obsesionó con la lucha armada a través del foco guerrillero, donde unos pocos inician la lucha con la esperanza de que la mayoría los apoyen, pero carecían de equipos y entrenamiento militar. Y conocían poco el terreno y algunos no reunían las condiciones físicas; y eran tan idealistas que no tenían claras las causas y razones de su lucha. Y se negaron a escuchar a voces como las de don Pedro Mir y Luis Gómez Pérez, dos inteligencias muy desarrolladas, quienes apoyaban la consigna de Patria o vida y no Patria o muerte, con argumentos válidos en contra de ese método de lucha, debido a las diferencias de condiciones entre aquellos países que lo aplicaron como China y Cuba, y República Dominicana. Pero al decir del revolucionario Fidelio Despradel, esas diferencias no eran importantes.

Manolo y sus compañeros tenían en promedio 25 años. Y tan joven, atraía tanto a las personas, que hasta quienes tenían que perder, como mis familiares, lo admiraban y colaboraban con su causa. Se destacó por ser muy humano y ordenado, por sus valores y principios. Le tocó luchar en plena guerra fría. Fue víctima de la traición de sus enemigos, en cuya palabra confió. Fue un crimen tan horrendo que el Dr. Emilio de los Santos Salcié, uno de los tres gobernantes, renunció en protesta. Y a pesar de las evidencias, pruebas y testimonios, todavía nadie ha sido condenado por este hecho.

Justicia contra los culpables. A honrar siempre a estos héroes y mártires. Gloria eterna y gratitud infinita a Manolo y sus compañeros. Que viva nuestra patria soberana.

Recuerden que estas emisiones comenzaron a raíz de la pandemia del coronavirus, por lo que ante el surgimiento de un linaje o subvariante del COv, humildemente pido a las autoridades nacionales que agilicen la obtención de una vacuna actualizada con las cepas nuevas. Y al celebrarse este domingo la Nochebuena, feliz navidad para todos.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.