Ni tan siquiera los magistrados constitucionalistas imaginaron la magnitud del reperpero que provocó la Sentencia 788-24 del Tribunal Constitucional. Tampoco la batería de abogados contratados por Alberto Fiallo para defender el recurso de amparo.

Tanto los partidos políticos, el liderazgo empresarial y comercial, como las cúpulas de las oligarquías están tocando tambores de guerra. El liderazgo nacional —casi al unísono— parece decidido a forzar una salida fáctica a la sentencia del TC que autoriza las candidaturas independientes.

Y es que declarar contrarios a la Constitución los artículos 156 y 157 de la Ley 20-23, Orgánica del Régimen Electoral puede parecer una simpleza. Pero no. El dictamen del TC obliga a las agrupaciones políticas a repensar sus estrategias de hegemonía política. 

Obliga a la oligarquía, por igual, a diseñar un nuevo esquema de manipulación del sistema político electoral. Peligra el control del Poder.

Se presume, en base a lo anterior, que una facción amplia de la oligarquía nacional decidió incentivar un proceso que desemboque en un golpe de poder. El plan inició con el descrédito de los jueces del Tribunal Constitucional. Estos son calificados con todo tipo de epítetos en los medios masivos de comunicación y en las redes sociales.

Resulta sospechoso, por ejemplo, que tanto la FINJUS como la cúpula de Participación Ciudadana se opongan a la citada sentencia. ¿A quién obedecen? “Sea usted el jurado”.

Pero este grupo oligarca acostumbra a andar agazapado para orientar sus acciones de desestabilización. Atacan utilizando sus alfiles y peones anclados en diferentes organizaciones. Nunca dan la cara.

El grupo minoritario

Los oligarcas que se creen papa upa, parece que se encontrarán de frente con otro segmento minoritario —en apariencia— de la oligarquía.

Recuérdese, por ejemplo, lo que pasó en medio de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales del 2024. Una parte de las cúpulas del PLD y la FP fueron convidadas a varios encuentros en Juan Dolio. Los anfitriones —según se dijo— eran los cabecillas del Grupo Punta Cana.

¿Qué se proponía el grupo con las cacareadas reuniones?

Nada más y nada menos que, armar una sola propuesta electoral para las presidenciales, en representación de los peledeístas y los leonelistas. Querían un candidato fuerte. Querían contribuir con la oposición para derrotar el PRM.

En otras palabras, parece que por lo menos Frank Rafael Rainieri Marranzini, líder del Grupo Punta Cana no se siente cómodo con el gobierno actual. Menos todavia con la tradicional oligarquía.

Volviendo al tema central, los líderes políticos, empresariales y comerciales corren despavoridos buscando la manera de anular la sentencia del TC. Pero en lo que el hacha va y viene, los medios del Grupo Punta Cana valoran la aprobación de candidaturas independientes como “Una sentencia justa”.

El grupo oligárquico se hizo eco, además, de una entrevista realizada a Alberto Emilio Fiallo Billini, abogado y político, es asimismo el protagonista de la sentencia de marras. La entrevista se publicó en el periódico El Caribe y la reprodujo Diario Libre.

Lo prudente

Los partidos políticos deberían abandonar sus intenciones trogloditas respecto a la sentencia que autoriza las candidaturas independientes. El liderazgo nacional, inclusive, la incólume sociedad civil, debería pensar en la tranquilidad del país.

Todos los sectores que se oponen a la sentencia deberían cambiar el enfoque. Ponerse otros cristales que les permitan ver la sentencia por el lado positivo. Si así lo hacen, verían la oportunidad para sacar, de una vez por todas, a sus agrupaciones del atraso político en que se encuentran.

El desconocer la sentencia y vilipendiar el Tribunal Constitucional son caminos impredecibles. Iniciar la modernización de sus agrupaciones podría augurar un futuro más previsorio.

Más les vale a los partidos políticos, la oligarquía y la sociedad civil dirigida por los alfiles y peones hacerle caso a Hipólito Mejía.

En suma, el más sagaz e inteligente de los líderes criollos sigue siendo el veterano Hipólito Mejía Domínguez, expresidente de la República. En días recientes el Guapo de Gurabo, como se hace llamar, calificó la sentencia del TC como “una mala decisión”. Acto seguido se apresuró a aclarar. 

— (…) es una mala decisión, pero hay que aceptar el reto. Yo asumo el reto, dijo.