Madre soltera y madre y soltera no es lo mismo ni es igual. Cada situación en su contexto característico y en su justa dimensión, ambas con sus similitudes y también con sus diferencias, aunque una tenga mucho de la otra. En lo que sí coinciden es en la enorme responsabilidad que recae sobre las madres cuando el divorcio llega a la familia y toca hacer tienda aparte con los hijos, aún cuando se tenga la dicha de que el papá sea abnegado, consciente y responsable y no pase aquello de que también se divorcian de los hijos.

La realidad es que, como los hijos, en la mayoría de los casos, se quedan con la mamá, recae sobre nosotras una cuota extra de entrega, de enfoque, de sacrificio y priorizar a los muchachos, aún por encima de nosotras mismas. Y pasa lo mismo cuando es el hombre quien asume la guarda y custodia de sus hijos.

Y entre muchos aspectos que traen cambios a nuestras vidas, indudablemente que el de elegir una pareja o sacar el espacio para salir y hacer vida social, debe estar entre los más difíciles. Obviamente, sin contar el aspecto económico, que eso ya es palabra mayor y sería otro artículo.

La semana pasada, por ejemplo, hice planes para salir en la noche. Amarré todos los detalles necesarios para que mis hijos, dos adolescentes, quedaran bajo los cuidados de rigor y yo también disfrutar sin preocupaciones. Entre esos ajustes, la compra del supermercado era uno de los puntos que tocaba, y en mi afán por resolver rápido y sencillo, ordené de manera virtual desde la casa para que me entregaran a domicilio y evitar retrasarme en los pasillos de un súper.

Como siempre en estos casos, todo se complica y el resultado fue todo lo contrario a lo esperado. La lluvia retrasó el pedido, por encima de las tres horas de lo esperado y necesariamente yo debía esperar que el pedido llegara. La salida que estaba pautada primero para las ocho, después para las nueve, nueve y media, terminó por cancelarse y postergarse.

Esa noche recordé una película de Jack Nicholson y Helen Hunt, como madre soltera, “As good as it gets”, y aunque en situaciones totalmente divorciadas y apartadas me vi un poco en ella y recordé que ante cualquier intento de queja o lamento, lo mismo le pasa a muchísimas madres y casi a todo el que tiene hijos y los asume de forma responsable.

Recordé también, y aquí encontré consuelo, que tuve la dicha de hacer tantas cosas antes de mis hijos, que agoté todas mis etapas y que como no dejé tareas pendientes, en estos casos no me siento mal ni me lamento. Estoy en paz con eso.

Pero igual, la reflexión fue inevitable y con ello, no lo puedo negar, la comparación entre la facilidad con la que retoman la normalidad los hombres después del divorcio y lo complicado que se nos hace a las mujeres que asumimos este rol de manera responsable y conscientes cuando acompañamos a los hijos.

Porque fuera de cualquier imprevisto que surgiera ese día, está también la paciencia con la que un hombre con algún interés en una mujer pueda asumir esta situación. Aunque para nosotras también es el chance perfecto para ver cómo está formado el caballero y sus niveles de entendimiento y comprensión ante nuestras prioridades.

Lo cierto entre todo esto es que las madres y solteras no la llevamos muy fácil. Si rehacer la vida después de un divorcio no es cosa sencilla, hacer magia con las finanzas del hogar, darle calidad de vida a los hijos, trabajar a tiempo completo, estar para los hijos y no olvidar que también somos mujeres, es demasiado.

Escribo esto porque estoy segura que muchas mujeres se van a encontrar aquí, en estas líneas y en la misma situación que, como otras veces más, me tocó vivir y asumir en paz. Sepan que habrá tiempo, que hay prioridades claras y que hay procesos que no se pueden acelerar. No se desesperen y piensen siempre que si toca escoger, los hijos siempre serán la elección correcta.

Por suerte, los hijos y su amor lo compensan todo. Esa noche puse música, me tomé una cervecita, hice cena y hubo muchos temas bonitos en la mesa con mis hijos. La salida será en otra ocasión en la que no coincida con el súper ni la lluvia y mucho menos con mis prioridades.