No convocó un mitin de denuncia. No organizó otra Trinitaria. No hizo una declaración de prensa. No entró en discusión con nadie. No perdió su tiempo dándole tiempo al tiempo. Ante el odioso hecho consumado por el general traidor; ante la ocupación española de su primera colonia convocó a los mejores de los que habían asumido, machete en mano, su identidad patriótica, y en Capotillo simplemente gritó “¡Vamuarriba!”…Quince mil patriota (sí, quince mil) derrotaron, a machetazo limpio, a los 50 mil soldados del ominoso imperio, que jamás volvió a inventar…Y otra sería la historia y otro el padre de la patria: Gregorio Luperón.