La pandemia del coronavirus fue el mayor ataque de la naturaleza que nuestra civilización sufrió en los últimos cien años. Afortunadamente, la ciencia y la tecnología lograron enfrentarlo gracias a la fabricación de las vacunas de ARN mensajero (ARNm) de Pfizer y Moderna. En mi entrega del 26 de febrero 2023 sobre el turismo y las vacunas, dije que las vacunas de ARN mensajero eran las  más seguras y efectivas, las más  inyectadas en Europa, Estados Unidos y América; y las medicinas más famosas del mundo.

Y aunque las fabricaron en un tiempo récord de un año, cuentan con el respaldo de los conocimientos científicos acumulados durante más de 60 años; por los que otorgaron tres  premios Nobel de Química; por la estructura del ADN y el ARN, a Watson y Crick en 1962; la acción del ARN,  a Roger D. Kornberg en 2006; y la edición genética, a Dougna y Carpentier en 2020. Y expresé mi esperanza en que la científica Katalin Karikó recibiera un Premio Nobel en un futuro cercano. Y se lo otorgaron este mes.

Los premios Nobel son el más alto reconocimiento que otorgan a personas o instituciones que han contribuido al avance del conocimiento y al beneficio de la humanidad. Los crearon en  honor a Alfred Nobel en 1901. Actualmente premian las categorías de Medicina, Física, Química, Economía, Literatura y la Paz.  Además del prestigio y la medalla, incluyen una dotación económica que, en esta edición de Medicina, ascendió a 950 mil euros.

El jurado premió a Katalin Karikó y Drew Weissman, como con el Premio Nobel de Medicina 2023, porque sus descubrimientos permitieron el desarrollo de vacunas de ARN mensajero contra el COVID-19. La clave de las vacunas de ARN reside en la fabricación de un ARN sintético estable y duradero, que llega a las células y las convierte en pequeñas fábricas que fortalecen el cuerpo contra enfermedades infecciosas y, ciertos tipos de cáncer; y no inyectan virus modificados o atenuados.

Estos conocimientos influyeron para que investigadores del Taussig Cancer Institute de Cleveland Clinic, liderados por G. Thomas Budd, MD, en la actualidad estén probando una vacuna que combate tumores malignos. Jennifer Davis, una enfermera de Ohio, diagnosticada con cáncer de mama triple negativo en 2018, un tumor muy agresivo y mortal, para el cual los tratamientos suelen ser poco efectivos; ya recibió tres dosis en 2021, y vive sin temor a recurrencia. Los investigadores aspiran a que esta vacuna también prevenga el cáncer de mama y otros.

La madre de estas vacunas de ARN mensajero es Katalin Karikó, quien nació en Hungría en 1955. Su pasión por la ciencia se manifestó desde su infancia, observando las vísceras de los animales que su padre, un carnicero, cortaba. En 1985, decidió partir a Estados Unidos sin pasaje de vuelta, junto a su esposo y su hija de 2 años, para lo que vendió su viejo auto Lada y escondió el dinero en el peluche de su hija porque Hungría no le permitía salir con divisas. Y en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos halló el apoyo que necesitaba.

Inicialmente, su objetivo era producir fármacos, pero con la llegada de la pandemia, la orientaron hacia la investigación y desarrollo de vacunas. Trabajó en la empresa Biontech, que se asoció con Pfizer en la fabricación de las vacunas. Y recibió el Premio Princesa de Asturias de la Investigación en 2021.

Felicidades, y gratitud eterna a Katalin Karikó, décimo tercera mujer en recibir un Premio Nobel.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.