"Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo".  Jose Ortega y Gassett

Cada cierto tiempo las sociedades experimentan sucesos que modifican su dinámica para siempre. Muchos sucesos están relacionados con la debilidad de las instituciones públicas. Y otros sucesos provienen de reacciones, de ciudadanos que se sienten impotentes ante problemas a los que no encuentran solución.

Y fue –entiendo- lo que experimentó el ebanista Daniel Guerrero Tavárez quien se encontraba hastiado de denunciar los robos a su negocio, sin que ninguna autoridad le diera respuesta ni solución oportuna. El ebanista, como se la ha conocido en los medios de comunicación, decidió ejercer la justicia con sus propias manos.

Fue así como resultaron muertos un agente policial y otros tres ciudadanos

Habría que preguntarse si, como le ocurrió al ebanista, la mayoría de la gente ha perdido la confianza en el poder judícial, los cuerpos castrenses y en el propio estado en su conjunto.

Luciría como si el estado dominicano fuera incapaz de garantizar el derecho a la seguridad y a la integridad de la ciudadanía, llevándola a experimentar sentimientos de desesperanza.

Cuando se   pierde la fe en las instituciones de estatales, existe el riesgo de que se imponga el caos y reine la frustración que lleva a reacciones como la del señor Guerrero Tavárez.

Otro problema en la República Dominicana es la vinculación de agentes policiales con actividades delictivas, lo que genera desconfianza y resentimiento en la ciudadanía.

La desconfianza, la frustración constituyen la causa profunda de tragedias como la ocurrida en El Guaymate, en La Romana.