Titulo esta pieza con la frase final de un divertido artículo de Marina Martínez Pedreño, que enlazo aquí.  En esa otra redacción, la autora se refiere a lo innecesario que es preocuparse por no leer demasiado, pero, irónicamente reúne una interesante selección de cuadros de Berthe Morissot, Pablo Picasso y Edward Hopper, que evidencian una salida de la soledad, una vida más rica y una valoración de los personajes a través de la conducta de la lectura. Tal vez porque su pesquisa se concentró en los siglos XIX y XX, dejó de lado una de las más hermosas representaciones de la visita del ángel Gabriel a la Virgen María haciéndole la anunciación de que ella llevará en sus entrañas al mesías.  Se trata del lienzo realizado por Leonardo Da Vinci y actualmente en exposición en la Galería Uffizi, en Florencia, que muestra una Virgen segura de sí misma, revisando un libro al momento de la aparición del ángel.

Acercándose a ejemplos de nuestros días, Martínez Pedreño también se refiere a las cuentas y los hashtags en X dedicados a dirigir nuestra atención al hecho de que mucha gente se sirve de los largos trayectos en transporte en común para avanzar en lecturas que les parecen edificantes.

En Santo Domingo no es el ocio obligado por los vagones subterráneos sino el ímpetu de personas especiales lo que sirve de acicate para hacer lecturas de calidad como una práctica constante. Así, justo a final de los años 70 del siglo pasado, bajo el impulso principalmente de Mateo Morrison surgió el Taller Literario César Vallejo que le dio acogida a muchas personas que luego, de manera parcial o total, le han dedicado atención y tiempo a la lectura propia y de los demás. Es el caso de Ylonka Nacidit-Perdomo, que luego se ha involucrado en la organización de reuniones internacionales de literatura y que ha estado a la raíz de la dedicatoria de ferias del libro de Santo Domingo a figuras de gran valor como Hilma Contreras, Abigaíl Mejía, Carmen Natalia, Aída Cartagena Portalatín y, justo el año pasado, Jeannette Miller.  Otro autor y propulsor de la lectura que pasó por ese afamado taller es José Mármol, que también dirigió un taller de literatura universitario y quien, además de desarrollar una importante labor como poeta, desde el Grupo Popular ha contribuido a la toma de conciencia en torno a la economía naranja.

En años más recientes muchos otros círculos de lectura han ido viendo la luz y allí sus miembros perseveran en sus intereses a pesar de sus ocupaciones, del mismo tiempo utilizado en el transporte (que, al ser mayoritariamente individual es menos productivo) y de los embistes de la cotidianidad.  El asumir esta práctica en grupo es una manera de asegurar sistematización, calidad y espacio de discusión. Pero, sobre todo, es la creación de un espacio de placer. En su gran mayoría no tienen un fin pragmático inmediato, sin embargo, la acumulación de horas llega a construir un hermoso edificio de saberes compartidos.