Los lideres políticos, lo crean o quieran o no, son maestros de los pueblos. Esto se cumple en todos los escenarios, ya sea para bien y provecho de las masas, o para castigo y descalabro social, depende de lo que la clase política quiera diseñar y construir en cada momento y espacio político.
En la estructura organizacional del Partido Revolucionario Moderno, es decir, la organización surgida del seno del PRD, con una letra cambiada, sustituyendo lo de dominicano, supuesto a desaparecer, por el término de moderno, sin advertir que esa palabra que representa la modernidad, ya pasó, es muy antigua, porque ahora se vive la edad contemporánea, se acaba de hacer unos CAMBIOS.
Una dirigencia que sustituye y degrada a la calidad de miembro o activista a un técnico, ingeniero, ex Ministro y legislador, formado dentro y fuera del país, que domina más de un idioma, que se mantiene actualizado del mundo y sus cambios y conflictos, como Ramón Alburquerque, y lo cambia por un oportunista, saltimbanqui o sanquipanki de la política, hueco mental, que nunca ha aportado nada al país, y que se quemó en explicar la teoría de la relatividad de Einstein aplicada al precio de los combustibles, dice sin duda lo que se busca.
El desecho de la experiencia y larga trayectoria política de doña Ginette Bournigal, su pensamiento práctico y su probidad demostrada en el manejo de la cosa pública, junto a un paradigma viviente no solo de la resistencia militante contra Trujillo y su estado de cosas durante su democradura, sino también durante los 12 años de Balaguer, su fe en la construcción de la democracia, como Rafael –Fafa- Taveras, dice claramente, la calaña de políticos que se prefiere, y la clase de seguidores y potenciales votantes que se busca.
Cambiar a un político joven, con ideas y proyectos de estado y plan de gobierno definido y transparente, como Guido Gómez Mazara, y preferir al peor director de cine de la historia universal y actor mediocre, nacido como la auyama, saltarín de las cortes e instancias y bacanales del poder, muestra que se le quiere dar más circo que pan al pueblo sediento, sediento de que la clase política post Trujillo resuelva siquiera tan solo uno de los mas grandes y apremiantes problemas nacionales.
Cuando la política tiene un grave hedor moral, aunque no sea Dinamarca, cuando los charlatanes de feria, los corifeos de lo mal hecho se apoderan del poder, y deciden e influyen y determinan el curso de los acontecimientos y de las decisiones de estado, cuando se pone altas sumas de dinero en planes y proyectos de lavado de cara, maquillaje y pintura, en manos de reconocidos asaltantes del erario, es porque se espera que huyan con el santo y la limosna.
Cuando un gobierno de un país con la peor educación básica y media de América Latina recorta el presupuesto de la cartera, para destinarlo al ministerio orwelliano de la verdad, para aplicar y desarrollar estrategias de mercadeo político y crear una ficción de país, muy distinta al que se vive, cuando se miente estratégicamente, todo eso, es posible que nos asegure, por iniciativa del mismo partido en el poder, sus lacayos y trepadores, su casi segura salida del poder en 2024.