Como ciudadano y docente en nuestro país, además psicólogo en la práctica profesional ininterrumpida desde el año 2000, me ha llamado poderosamente la atención la normalización de los antivalores de un grupo importante de nuestra población y que afectan de una manera u otra su salud mental y sus relaciones interpersonales en diversos escenarios.

¿Cuáles son esos antivalores normalizados por el dominicano y que limitan sustancialmente su realización personal? A mi juicio hay algunos que son los más importantes y de los cuales se derivan muchos de otros antivalores.

El miedo a decir lo que se piensa. – Temor a denunciar los actos injustos en una comunidad por temor a diversas represalias, a ser tildado traidor, chivato etc.  Cualquiera de estas descalificaciones limitaría sustancialmente las posibilidades de realización personal si se le compara con aquellos que piensan lo mismo, pero lo dicen.

El antivalor de sentir miedo a expresar lo que se piensa genera otro antivalor que es la deshonestidad, ya que quien tiene miedo a decir lo que piensa, pues dice solamente una parte de la verdad, o no dice la verdad, lo que puede generar otro antivalor que es la adulación.

La adulación  es esa complacencia auditiva del otro. Es el mal hábito de decir lo que se desea escuchar y no lo que se debe decir que produce otro antivalor: La hipocresía la cual es la ejemplificación más fehaciente de la doble moral.

Pero también está el miedo a decir que NO, lo cual le hace asumir a las personas responsabilidades para las cuales no está apto con todo el daño que ocasiona la improvisación, el desconocimiento y la falta de talento en un área laboral o profesional.

En nuestro país ha sido “una cultura” apostar por la lealtad política partidista y no por la profesionalidad, la competencia técnica y la excelencia en el desempeño, lo cual explica muchos de nuestros males y el poco desarrollo en muchas áreas de suma importancia como lo es la educación superior y en ciertas posiciones gubernamentales desde los tiempos de Trujillo.

Uno de los recursos más empleados entre los que ocupan algún cargo gubernamental es politizar la ineficiencia, la desidia, la negligencia, la torpeza intentando convertir en opositores a todo el que les critica o no comparte el resultado de sus gestiones.

 

La falta de talento en quien realiza una actividad puede generar otro antivalor que es la envidia si se trata de un colega o el abuso de poder con sus subordinados si se trata de un Jefe y ambos comportamientos pueden ser antivalores.

Otro antivalor frecuente en nuestros tiempos es la desconfianza hacia el otro, lo que impide la verdadera solidaridad y el compañerismo real. Esta paranoia colectiva impide, cuando no entorpece las relaciones interpersonales, pues “alguien te puede tirar un gancho”, “alguien te puede tirar al medio”.

Sobre este tema continuaremos la próxima semana.