Mi hija se gradúa
esta noche y le escribo
desde el escritorio
de su habitación
por el nogal donde
los cenzontles cantan
bajo frondas y hojas
de la calle Panamá.
Aquí hay imágenes
de su vida cuando
se sentaba
sobre mis hombros
mientras yo atornillaba
mis ojos para ver
lo que venía adelante,
más allá de la cámara,
sin saber entonces
cuánto la cámara
se fundiría
con sus ojos
y nos dejaría
imágenes
que provocan lágrimas
y sonrisas
y despiertan
recuerdos.
Lola, te has
convertido
en fotógrafa
y escritora
enviando en silencio
tus palabras
en pensamientos
que caen como lluvia
y luz en un cuaderno
donde escribo.