Una significativa cantidad de personas que contribuyeron de manera decisiva al triunfo de la actual mayoría, expresan su incomprensión ante algunas de las apuestas del presente gobierno, sobre todo en lo concerniente a opciones que lucen incompatibles con elementos filosóficos relativos al modelo económico subyacentes en su programa de campaña electoral. Igualmente le preocupa a esa colectividad de personas, la capacidad de respuesta que podría tener este gobierno la acentuación de los efectos que sobre este y todos los países genera la guerra Rusia-OTAN-EEUU. Esta circunstancia podría agravarse con las recurrentes protestas en las calles que desde décadas sacuden el mundo.

Durante su completo discurrir, la presente administración ha enfrentado una inclemente pandemia que, en términos de énfasis o prioridades, lo ha obligado a hacer ajustes a su programa electoral. Es comprensible, pero no lo es su apuesta al sector privado como eje fundamental para generar empleos, renta y bienestar a la población. Para lograr ese objetivo, en su programa se consigna de manera taxativa que el cambio buscado descansaría en la “capacidad productiva basada en la innovación tecnológica y organizacional, que genere empleos, inclusión social, divisas y se esparza en el territorio”. Ese objetivo no se logra sólo mediante fideicomisos para promover el desarrollo o administrar lo público, negando la esencia del concepto de desarrollo explicitado en el programa de este gobierno.

A modo de ejemplos: los fideicomisos creados para la operar el transporte en algunos corredores en la ciudad de Santo Domingo, recurriendo a dirigentes de gremios choferiles que aparecen como inversionistas privados, sin estar claro si son los únicos en el negocio, desdeñando un activo público como la OMSA y sin la activa presencia de la autoridad municipal que tiene entre sus competencias el ordenamiento y regulación del tránsito de vehículos y personas en el transporte público. Igualmente, el caso de Pedernales, objeto del deseo de poderosos grupos empresariales, donde no está clara la participación de las autoridades municipales ni de la comunidad organizada. La inobservancia de estas cuestiones institucionales claves haría insostenibles esas iniciativas.

En sistemas como el nuestro, el fideicomiso para operar determinados medios de transporte o administrar un bien público no es una figura para demonizar, se utilizan en varios países, pero el modo en que esta administración lo está aplicando hace borroso su modelo su económico. En la actualidad, ha retornado con fuerza la idea de la preeminencia de lo público no sólo producir riqueza, sino para distribuirla con niveles mínimamente aceptables y ese no es el objetivo de las APPs ni de determinados fideicomitentes. Por consiguiente, podría ser descaminado apostar a esas figuras para producir el desarrollo.

Llama la atención que, en este gobierno, la gestión de sectores claves de la economía: energía y transporte de todo tipo recaigan sobre figuras que forman parte de los principales emporios económicos del país. El transporte es lo que, al llevarlo al mercado, convierte un producto en mercancía y la energía es la principal fuente generadora de productos.  En breve, eso dos sectores son pilares claves de cualquier modelo económico y la forma que estos sean administrados podrían determinar los elementos esenciales que tipifican ese modelo. En el caso que nos ocupa, la gestión de esos dos sectores puede ser más eficiente que la de anteriores administraciones, pero un gobierno que se diga de cambio no solamente debe ser eficiente, sino democrático.

De manera que, es de suprema importancia que aquellos sectores del tren gubernativo y quienes no lo son, se planteen seriamente el tema de la orientación de la opción de desarrollo de la presente administración, si se orientará por la propuesta programática de una “visión innovadora de la democracia, centrada en el pluralismo, la diversidad y la participación” o se acomodará a la errónea idea de la “eficiencia salvadora” del sector privado. ¿Hay tiempo y espacio para batirse con éxito por el enunciado programático? creo que sí, aunque sean en extremo tenues los signos que podrían estarlo diciendo, no creo que todos, dentro y fuera del gobierno se han rendido a la voracidad y hasta la arrogancia de los grupos poderosos enquistados en áreas claves del poder.

Finalmente, hasta ahora parece clara la decisión reeleccionista del presidente, pero no está claro cómo esta podrá avanzar hacia el éxito teniendo como propuesta un modelo de desarrollo que tiene como pivote la acción del sector privado para producir los bienes y servicios, salario y bienestar que demanda la población más necesitada, sobre todo. Además, en medio de las amenazas de los efectos de la guerra en Ucrania y del sostenido proceso de desafección de importantes sectores que apostaron al cambio. Si el gobierno, comenzando con su presidente, no toman notas de esto y no cambian su apuesta al “milagro de la eficiencia” y de los recursos de la inversión privada como modelo de desarrollo, podríamos iniciar el camino hacia un peligroso vacío.

¿Quién y cómo llenaría ese vacó?, es la pregunta, es el temor de mucha gente sensata. Hoy día, la tendencia es que la política discurre con muchos sobresaltos y muchas sorpresas. Nada es descartable.