A propósito de la nueva y controvertida ley que limita las conversaciones sobre orientación sexual en las escuelas de Florida, Estados Unidos está escondiendo los reales problemas que esta nación padece en temas de mayor profundidad: las intenciones de grupos conservadores de crear leyes radicales en detrimento de las conquistas legales que se han adquirido.
Si se buscan problemas graves para trabajar sobre ellos, debían fijar su atención en embarazos adolescentes, el suicidio, depresión, pensamientos autodestructivos, drogas, alcohol, redes sociales y la deserción escolar, por solo citar algunos. Estos son asuntos que debían de llevar a esta sociedad a reflexionar sobre lo que está a la vista, que no se pregunta.
Paradójicamente, EE.UU es el referente global de un sistema económico con grandes fortalezas que le ha permitido capitalizar el nombre de primera economía del mundo. Pero al mismo tiempo parecería que camina hacia la desintegración social.
Porque si realmente el futuro de un país está en manos de los jóvenes, el futuro estadounidense estará en manos de una generación de gente enferma incapaz de tomar decisiones e infeliz.
La organización Planned Parenthood informo que “el índice de embarazos en adolescentes de los Estados Unidos es el más elevado de todos los países desarrollados, más alto que el de Australia y Canadá”. Otros aspectos como la imagen y los estereotipos sociales impulsados por tendencia al perfeccionismo también continúan reduciendo la capacidad de manejo emocional que a la vez acentúan la problemática ya existente
Para que ahora una ley en Florida y con amenaza del ala conservadora de extenderla a todos los Estados controlados por ellos, aumente el estrés en estos adolescentes. Sin embargo, la nación de manos de sus políticos continúa centrándose en manejar la situación en la superficie, desatendiendo las profundidades que es donde realmente se esconde en esos problemas.
Esto, está llevándola a perder una generación que maneja cantidades ilimitadas de información; pero que es incapaz de procesarla. El país cuenta con recursos académicos y económicos para crear plataformas Estatales que resuelvan una situación que sigue en aumento. Que a diferencia de otros países, familiares y menores no tienen esas opciones de acceso a programas gratuitos de ayuda en temas psicológicos. Pero cada vez más menores de edad continúan mentalmente enfermos.
Este declive progresivo está ejerciendo fuerte presión en la salud pública de los Estados cuyos programas desafortunadamente no están surtiendo los efectos que deben ser proporcionales al nivel de inversión económica. Mientras la clase política conservadora lleve de la mano, la “defensa” de todo lo que se contradice con la ejecución de planes para reducir el impacto que provoca.
Una sociedad donde las estadísticas arrojan resultados poco alentadores, en temas sobre padecimiento mentales en menores de edad, que desafortunadamente seguirán saliéndose de control.
Es necesario el fortalecimiento de las instituciones que ayudan al desarrollo de una juventud sana, que ofrezca herramientas que los enseñe a lidiar con la presión constante del entorno. Es fundamental que los políticos promuevan el bienestar y la salud de los jóvenes; sin politizar la salud del sistema, ampliando el acceso a recursos, sobre todo en zonas vulnerables. Predominantemente hispanas y afrodescendientes, con poco servicio de salud.
Que se haga más para hacer eficientes los programas que ayuden a la construcción de una sociedad estratégicamente informada sobre los males que asedian a los adolescentes. Porque si realmente el futuro de un país está en manos de los jóvenes, el futuro estadounidense estará en manos de una generación de gente enferma incapaz de tomar decisiones e infeliz.
Todos estos males están a la vista y nadie desea confrontarlos con la naturalidad que se requiere para que se puedan solucionar. Al no encararlos de manera directa, entonces se solucionaran a medias y es ahora o nunca que la clase política debe aumentar los esfuerzos y recursos para palear una problemática con fuerte repercusión.