La guerra es parte integral de la historia de la humanidad desde sus inicios y siempre ha sido percibida como un asunto más bien masculino. Sin embargo, las mujeres han estado siempre implicadas en los preparativos y el esfuerzo de guerra.

Las dos últimas guerras mundiales requirieron de la movilización de todas las energías de los países beligerantes. En estos contextos las mujeres se vieron obligadas a asumir roles que anteriormente eran atribuidos solo a hombres. Hubo una feminización de los oficios tradicionalmente masculinos.

Se crearon en varios países cuerpos auxiliares femeninos que se encargaron de la intendencia, administración, manejo de vehículos, transmisiones, defensa pasiva, etc. También las mujeres fueron incansables enfermeras en todos los campos de batalla.

Es interesante notar que, en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, un número importante -estimado en un millón de mujeres- fueron integradas en el ejército soviético o combatieron al lado de los partisanos.

Desde el final de esta conflagración mundial la guerra y la violencia han seguido omni presentes en el mundo, con el desarrollo de un elevado número de conflictos armados internos y externos entre grupos étnicos, religiosos o políticos que pelean para el control de recursos, territorios y poblaciones.

Las mujeres participaron activamente en las guerras de liberación nacional, como en la de Vietnam, donde centenares de miles de ellas pelearon contra el ocupante francés primero, y luego contra las tropas norteamericanas.

Estas guerras han impactado a hombres y mujeres, y a niños y niñas, de manera diferente. Las poblaciones civiles han estado directamente expuestas, sea por haber sido tomadas directamente como blanco, o porque la proximidad de los combates las pone directamente en peligro.

Las mujeres no constituyen un grupo homogéneo y pueden vivir los conflictos de múltiples modos: como víctimas, combatientes o promotoras de paz. La guerra puede ser sinónimo de violencia, privación de medios económicos, muerte de seres queridos, abandono, deportaciones, migraciones, detenciones, heridas, violencias sexuales y muerte.

Todas estas situaciones obligan a las mujeres a cumplir nuevos papeles y a crear nuevos mecanismos de adaptación para proteger y asegurar el sostén de sus familias.

En este sentido, la violencia de género sigue siendo un grave desafío que afrontan mujeres, niñas y niños en Ucrania, con un conflicto que dura desde hace 8 años en la zona oriental del Donbas.

Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas-UNFPA: Well-Being and Safety of Women, el 75% de las mujeres del país informaron de haber sufrido algún tipo de violencia desde los 15 años de edad y una de cada tres manifestó haber sufrido violencia física o sexual. El informe también constata que las crisis y los desplazamientos ponen a las mujeres en mayor riesgo de estas violencias.

Frente a estos datos el Banco Mundial destaca que sobre los 44 milliones de personnas qui viven en Ucrania 23 millones son mujeres. Es el país que tiene el mayor porcentaje de mujeres que sirven en el ejército.

El ejército ucraniano cuenta unas 35000 mujeres, de las cuales más de 4000 son oficiales. Mas de 1400 de ellas combaten desde 2014 a los separatistas pro rusos en el este del pais.

Si bien un gran número de mujeres se han refugiado en el oeste para proteger a los niños y a los ancianos , muchas se han quedado y se han enrolado en la resistencia armada no militar, la Defensa territorial civil. Las que no saben manejar armas, también se ocupan de los heridos, aprovisionan las fuerzas armadas y organizan la ayuda humanitaria.

A medida que incrementa el papel de las mujeres en la sociedad aumenta su papel en la guerra y las posibilidades de alcanzar posiciones de mando.

No obstante, llama poderosamente la atención que no haya una sola mujer incluida en la comisión negociadora de la paz entre rusos y ucranianos.