Miedo, susto, incertidumbre, riesgo.
Y al día siguiente euforia, regocijo,
avaricia, milagro, y la paz que viene
del coito soñado.
Así es mi día
en día al descubrir la bolsa
de valores–yo que fui socialista,
luchador por los derechos
de la gran sociedad, reducido
ahora al derecho de apostar.