En momentos de “tórridas tormentas políticas” en el país sometemos a la reflexión nacional el concepto de “sinodalidad política”. El neologismo fue creado por el arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera, en su mensaje publicado en el mes de febrero del 202, de cara al proceso electoral que se celebró en México en esos días.
La “sinodalidad” es un tema traído desde el corazón mismo de la Iglesia católica universal. El papa Francisco ha convocado a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, a realizarse en Roma en octubre de 2023, titulada ’Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión'.
La intención del papa Francisco es que la Iglesia entera participe en la búsqueda de métodos hacia la sinodalidad: es decir, conseguir que, de manera real y efectiva, todos los bautizados, papa, obispos, sacerdotes, consagrados y laicos caminen juntos en comunión y fraternidad para mejorar al mundo.
La palabra "sínodo" significa, de acuerdo con su etimología griega, "caminar juntos". La sinodalidad nos pone uno al lado del otro, en igualdad de oportunidades, valor y dignidad.
El documento del presidente de la CEM, titulado: “Por una sinodalidad política” tiene el propósito de “colaborar con los fieles católicos, y con toda persona de buena voluntad, para que participen de manera informada, responsable y propositiva”.
El arzobispo Rogelio Cabrera López, destaca que con su comunicación pública asumía su deber y su derecho como pastor de la Iglesia, atendiendo a la misión de acompañar a los fieles en el seguimiento de su proyecto de vida.
En este sentido, aseguró que tenemos, entonces, el derecho y el deber de votar, no solo como ciudadanos, sino también como seguidores de Nuestro Señor Jesucristo. No podemos faltar a nuestras graves obligaciones temporales por lo que estamos llamados a votar según las exigencias de nuestra propia conciencia y las del bien común.
Es así como asumió compromiso público de proporcionar orientaciones de “buena política” a los ciudadanos, antes, durante y después de las elecciones. Advirtiendo que “la sinodalidad política, entonces, se opondrá a cualquier tipo de autoritarismo, y al ejercicio autoritario del poder, considerando el mismo como un servicio y no como una fuente de privilegios”.
Desde este horizonte sinodal –señala– los políticos y los servidores públicos deben ser capaces de escuchar, de dialogar, de aceptar, incluso sus errores, de asumir sus responsabilidades, dejando de culpar a otros por los resultados negativos, manteniéndose alejados de cualquier tipo de polarización, insulto o venganza.
Precisó que la política no goza de la mejor imagen en los últimos tiempos. Se le asocia con la demagogia, la mentira, el oportunismo y la corrupción.
Hablar de ella se ha convertido en un problema engorroso para las familias y los grupos de amigos a causa de la creciente polarización. Pero también tenemos el deber de ayudar a cambiar el rostro y el corazón de la política.
Para que la sinodalidad política no se convierta en mera expresión de buenas intenciones, necesitamos activar la sinergia política, entendida como el conjunto de acciones que nos permiten impactar en el bien común.
La sinodalidad política llama a los políticos y a los ciudadanos dominicanos a ser “seguidores del camino” de la democracia, la justicia, la transparencia y la verdad.
¡Caminemos juntos. Hagamos realidad la sinodalidad política en el país!