La verdad muere con las guerras, dijo Esquilo en el siglo V antes de nuestra era. Las guerras son la continuación de la política por otros medios dijo el general prusiano Karl von Klausewitz en el siglo XIX. Las guerras han sido un recurso básico de la construcción de las civilizaciones humanas. Guerras, conquistas, matanzas, holocaustos, saqueos, robos y todo tipo de genocidios.

La política es a su vez la manifestación de la lucha de las distintas clases sociales por controlar el excedente económico de la sociedades a través de la historia. Las guerras incrementan la lucha de las clases sociales y son una expresión de esta. En una entrevista reciente a Julián Assange dijo que el enemigo número uno de la humanidad es la ignorancia. En la medida que las personas tienen acceso a la educación pueden tomar decisiones fundadas.

Las guerras modernas del siglo XIX al XXI han incorporado otra forma que aumenta la ignorancia: la guerra de propaganda. La guerra para ganar los corazones de las personas en base a mentiras. De todos es conocido las  políticas de Joseph Goebbels en la Alemania Nazi, ministro de la Propaganda a partir de 1933. La censura se estableció en muchas sociedades previamente durante las guerras, para evitar que la población acceda a información contrastada. La censura militar durante la Primera Guerra Mundial y la censura en los regímenes totalitarios nazis, fascistas y estalinistas se ha convertido en la norma moderna de promover la ignorancia.

En ese proceso se verifican momentos de euforia patriótica y ultranacionalista contra el enemigo del momento, de un campo o de otro. La humanidad sufrió una carnicería extrema durante la Segunda Guerra Mundial. Las grandes potencias y grandes imperios entraron en colisión en Europa y Asia. El fin real era destruir lo que quedaba del Estado fundado por la revolución bolchevique. La guerra inició formalmente en 1939 entre Alemania, Francia y Gran Bretaña, pero ya en 1936 con la guerra civil española encontramos los prolegómenos del conflicto.  Posteriormente entraron en guerra Japón, EEUU, la URSS y todos los países de Europa, América y Asia. Más de 80 millones personas murieron en los diferentes teatros de la guerra, pero donde se llevaron la peor parte fue en la URSS con 30 millones de muertos, China con 30 millones más, y el pueblo judío con más de 6 millones de asesinados por los nazis.

El horror fue tal, incluyendo el lanzamiento de dos bombas atómicas en Japón, que los aliados, los llamados tres grandes (URSS, EEUU y RU), acordaron una arquitectura internacional post guerra que incluyó el reparto de territorios y la creación de la ONU con el expreso encargo, vía su Consejo de Seguridad, de mantener la paz y el balance de poder, siendo el único órgano jurídicamente autorizado para autorizar el uso de la fuerza . Lo demás son guerras ilegales. La guerra fría desde finales de los años 1940, la creación de la OTAN en 1949 y el Pacto de Varsovia en 1952, junto al inicio del proceso de descolonización de los países coloniales creó focos de confrontaciones entre el llamado campo socialista y el campo capitalista.

Guerras coloniales terribles como las guerras de Argelia, Vietnam, Corea,  las guerras entre árabes e israelíes, las guerras de liberación nacional en África, como el Congo, Angola, Mozambique y África del Sur, entre otros, no pudieron ser paradas por el Consejo de Seguridad. Pero el equilibrio derivado de la disuasión nuclear de las dos superpotencias las mantuvo sin entrar en una guerra abierta. El colapso de la URSS en 1991 creó la ilusión de un mundo en paz y sin guerras (Fukuyama). Pero fue todo lo contrario. EEUU y sus aliados desataron guerras en Irak (1991 y 2003), en Yugoeslavia (1999), en Libia (2010, en Afganistán (2001), en Siria (2011), entre las mas relevantes. La reconstrucción del poder militar y económico de Rusia y de China, cambió el panorama. Rusia reclama su viejo espacio imperial, China se expande en el mundo, y EEUU no quiere perder poder militar o económico.

Ahora asistimos a una guerra  entre Rusia y Ucrania. Una guerra que viene como una “guerra proxy” desde 2014 y que nada se hizo seriamente para impedirla, de parte Estados Unidos, de la OTAN, de Rusia y de la Unión Europea, menos aún de la ONU. Sin embargo en el mar de “opinadores” hay una opinión fundamental de un personaje de la política mundial del siglo XX. El ex Secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger:

“La discusión pública sobre Ucrania tiene que ver con la confrontación. Pero, ¿sabemos adónde vamos? En mi vida he visto cuatro guerras comenzadas con gran entusiasmo y apoyo público, todas las cuales no supimos terminar, y de tres de las cuales nos retiramos unilateralmente. La prueba de la política es cómo termina, no como comienza”.

Y continua diciendo “Occidente debe entender que, para Rusia, Ucrania nunca puede ser simplemente un país extranjero. La historia rusa comenzó en lo que se llamó Kievan-Rus. La religión rusa se extendió desde allí. Ucrania ha sido parte de Rusia durante siglos y sus historias estaban entrelazadas antes de esa fecha. Algunas de las batallas mas importantes por la libertad rusa, comenzando con la Batalla de Poltava en 1709, se libraron en suelo ucraniano. La Flota del Mar Negro, el medio de Rusia para proyectar poder en el Mediterráneo, tiene su sede en Sebastopol, en Crimea… Incluso disidentes tan famosos como Alexandr Solzhenitsyn y Joseph Brodsky insistieron en que Ucrania era una parte integral de la historia rusa y, de hecho, de Rusia”

“La Unión Europea debe reconocer que su morosidad burocrática y la subordinación del elemento estratégico a la política interna en la negociación de la relación de Ucrania con Europa contribuyeron a convertir una negociación en una crisis. La política exterior es el arte de establecer prioridades”

“Ucrania ha sido independiente por sólo 23 años; anteriormente había estado bajo algún tipo de dominio extranjero desde el siglo XIV. No es sorprendente que sus lideres no hayan aprendido el arte del compromiso, y menos aún de la perspectiva histórica. La política de la Ucrania posterior a la independencia demuestra claramente que la raíz del problema radica en los esfuerzos de los políticos ucranianos por imponer su voluntad en partes recalcitrantes del país, primero por una facción, luego por la otra. Esa es la esencia del conflicto entre Víctor Yanukovich y su principal rival política, Yulia Tymochenko. Representan las dos alas de Ucrania y no han estado dispuestos a compartir el poder. Un EEUU sabio, la política hacia Ucrania buscaría una manera de que las dos partes del país cooperaran entre si…Rusia y Occidente, y mucho menos las diversas facciones de Ucrania, no han actuado según este principio. Cada uno ha empeorado la situación….Para Occidente, la satanización de Vladimir Putin no es una política; es una coartada para la ausencia de una”.

La reflexión del Dr. Kissinger debería ser pensada, tanto para los calenturientos de Occidente como para la dirigencia militarista rusa. La guerra total en Ucrania, llevando “voluntarios” de la OTAN o armando a las facciones ucranianas, podría escalar el conflicto a un nivel muy peligroso contra un país que es la primera potencia nuclear del mundo, y una dirigencia que se siente bajo asedio puede llevarnos a un holocausto. La diplomacia inteligente, la negociación posible y el espíritu de paz de las Naciones Unidas deberían guiar la acción. De lo contrario podemos ir a un escenario impensable, incluyendo una guerra nuclear.