Las políticas dirigidas al desarrollo tienen como meta la felicidad humana. La satisfacción de las necesidades cuidando el medioambiente. La plena satisfacción de las aspiraciones individuales y colectivas de las sociedades. Es un escándalo que en recientes estudio de opinión la juventud dominicana entre 16 y 24 años no ve posibilidades de realización en el país y tiene como meta central emigrar a otros países. Pero como decía Juan Luis Guerra, este es el único país donde no somos extranjeros, y dada la configuración del mundo en naciones y nacionalismos, el sentimiento de pertenencia es fundamental. Los dominicanos comenzaron a emigrar en masa después de la caída de la dictadura de Trujillo. Pero como política de Estado, después de la revolución de abril de 1965 y la apertura acordada por EEUU para incentivar la emigración de una juventud de los barrios y los pueblos cada vez más radicalizada.

Por ello es importante reflexionar en la relación entre política industrial y política de crecimiento en base a los servicios. Durante los gobiernos de Joaquín Balaguer 1.0 se crearon políticas e instrumentos para el estímulo a las industrias: la ley 299 de desarrollo industrial fue el principal de esos instrumentos. Proteger el mercado interno llegando a prohibiciones de importaciones y dejar dicho de mercado a industrias ensambladoras que podían proveer esos bienes con altísimos aranceles o directamente con prohibición de importaciones. Previamente, después del fin de la segunda guerra mundial, el dictador Trujillo inició la instalación de algunas industrias también para sustituir importaciones: fabricas de pintura, de zapatos, cementera, industria del papel, sociedad industrial dominicana para procesar el maní y eliminar el consumo de grasa vegetal, fábrica de armas, entre las más notables.

Sin embargo, desde inicios de la década de 1990 se implantó un modelo de apertura total a las importaciones y liquidación de las ventajas de la pequeña industria local. Ahí se inicia el modelo neoliberal. Este fenómeno no solo fue en nuestro país. En México, país más grande de habla hispana, el neoliberalismo de Salinas de Gortari y compartes liquidó gran parte de la industria mexicana. En Argentina pasó un fenómeno similar con Carlos Menem. En Brasil, la economía más grande de la región, se llegó a vender Embraer, empresa brasileña de aeronáutica que hizo una competencia importante a la industria aeronáutica internacional, en aviones de corto y medio alcance. El gobierno de Bolsonaro vendió Embraer a Boeing. En Francia, Italia y España las políticas neoliberales hicieron retroceder el sector de industria pesada, como las grandes metalúrgicas, la minería básica y la industria pesada, transfiriendo en muchos casos dicha producción al Sudeste Asiático y a China.

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Esas políticas han reconfigurado el mundo. Pero la interrogante que se plantea es: ¿Puede un país desarrollarse mediante el sector terciario o de servicios? ¿Puede ser el turismo, la banca, el almacenaje entre otras, la base de una política de desarrollo integral? Evidentemente que no. No conocemos un solo país que se haya desarrollado con masificación del turismo. El caso de España, muy conocido por muchos dominicanos, es muy triste. Las grandes productoras de acero, de la costa atlántica, como en Gijón y Bilbao, hoy son hierros viejos abandonados. La construcción naval ha caído a mínimos históricos. Las grandes minas asturianas están todas clausuradas. La apuesta se ha hecho a un turismo de masa, que no integra valor a la economía interna. Lo mismo ha sucedido en Francia donde Arcelor ha sido absorbida por la india Mittal y posteriormente cerrada la operación en Francia y relocalizada a países de mano de obra y materia prima más barata. Es la base de la concepción neoliberal de producir donde sea más barato y luego importas lo que se necesite. Aquí llegaron a proponer abandonar la producción de arroz y sembrar frutas tropicales, y el grano importarlo. Algo así fue lo que sucedió con la agricultura haitiana bajo la recomendación de la administración Clinton y los organismos como el FMI, el BID y el Banco Mundial

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En el caso de la República Dominicana tenemos muchos minerales que podríamos agregar a la cadena de valor interno para exportar. El oro, la plata, el ferroníquel, el aluminio, el cobre, el azúcar, la sal, el arroz, frutas tropicales…solo se envían sin ninguna transformación al exterior. Con otro agravante: el crecimiento sin límites del turismo, puede poner en peligro zonas de reserva natural y científica, como el Parque Nacional Jaragua, el Parque Nacional del Este, zonas de manglares irremplazables, arrecifes, fuentes de agua, entre otras. Recientemente leí un artículo sobre la contaminación de la industria de los cruceros, en este caso en Barcelona, donde apenas 12 cruceros producen más C02 que 800.000 vehículos.

Se hace necesario apoyar el desarrollo industrial apropiado para nuestro país, tanto para el mercado interno como para el mercado regional e internacional. Sin desarrollo internacional no hay desarrollo global. No hablamos de crear una industria automotriz o una industria pesada. Pero si es posible planificar desarrollos específicos como la industria farmacéutica, la industria del mueble, entre otras. Países más pequeños como Singapur, Taiwán, o Malasia han avanzado a un estadio más avanzado en base a una industrialización inteligente e impulsada desde el Estado.