I

En el sobrio atardecer de cristales verdeoscuros

Un hombre arrastra su dolor hasta la podredumbre

Cuando en todas partes los filósofos se esconden

En los folios enmudecidos del poema

Como el tiempo de los que jamás tocáronse el cuerpo

En su agonía

Y los poetas anuncian a través de símbolos el silencio

Cuando en los solios del insomnio el tiempo

Retoca la música encarnada en la palabra

Estremecida por el último vértigo

Que instilado en el sonido no acaba todavía

II

Tres adjetivos les duelen

Al pronombre yo en el verbo

Que sostiene el genticilio ninguno

III

La otra presencia de la muerte es la vida

La otra ausencia de la vida es la muerte

Quien regresa de la muerte vive la eternidad

IV

Tocándome estoy el borde del silencio

Cuando la muerte se acrecienta

Soy el vacío de mí mismo

No me espíes estoy a tu lado como el amor de la médula

Que piensa el ser a su no ser

Sobrio y taciturno sobre el vértigo incorpóreo del deseo

Verticalmente en la materia en movimiento o desparramando

El discurso lujoso de tu pecho

V

El cuerpo es tanto cuanto es bello

Belleza y transfiguración

El cuerpo es tanto cuanto es bello

¿Qué ordeno? ¿Qué transformo?

¿Esencia y forma?

La forma antecede a la esencia substanciando de belleza

Las dimensiones que corresponden al tamaño

Si al movimiento la profundidad