En la actualidad, el éxito de una organización, ya sea en el sector privado o en el sector público, ambos en donde se ofrecen servicios, no se mide únicamente por la calidad de los mismos, sino también por la calidad de sus colaboradores y la  eficacia con la que deberían trabajan en conjunto, y justo utilizo la palabra deberían porque lamentablemente y en mayor medida en el sector público que en el privado, no siempre el colaborador o el servicio tienen la suficiente calidad por una razón u otra. Yo que he sido formada en administración y acumulo experiencia directiva en el sector privado y desde hace casi cuatro años tengo la oportunidad de trabajar en el sector público, no dejo de comparar los procesos, las competencias técnicas, el enfoque en resultados y la calidad que deben primar en el trabajo que se entrega cada día a la gente y con la gente.

Cuando he mencionado a la gente y con la gente, me refiero a que en ambos escenarios tenemos clientes, y esos son las empresas relacionadas y los consumidores o en el sector público, las otras instituciones con las que colaboramos de manera articulada o la ciudadanía que espera un resultado y respuesta oportuna a sus derechos y demandas; y cuando digo con la gente, pues me refiero al equipo del que somos parte, a la gente que nos acompaña, en lo horizontal y vertical, equipo en el que todos tenemos diversos roles, pero cada uno de esos roles conlleva capacidades académicas y técnicas así como habilidades blandas. La carencia de esas capacidades, competencias y habilidades deriva en un mal ambiente de trabajo, en una nula, pobre o disfrazada ejecución de planes y proyectos, y por ende en una ineficaz atención y respuesta al cliente, ciudadano o institución para quien/es trabajemos.

Un equipo de trabajo bien coordinado y bien liderado con personas competentes puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en la consecución de los objetivos organizacionales. Recordemos que el trabajo en equipo se define como la colaboración de un grupo de personas con habilidades similares y complementarias que se unen para alcanzar metas comunes. Esta dinámica no solo facilita la consecución de objetivos, sino que también fomenta un ambiente de trabajo más colaborativo y eficiente. El punto está reitero, en cumplir con esas habilidades, con ese perfil y rol que estamos llamados a asumir en cualquier espacio público o privado que ocupemos, indistintamente de la posición.

La importancia de un equipo de trabajo debe radicar en la capacidad para combinar distintas perspectivas y habilidades, lo que enriquece la toma de decisiones y mejora los resultados. En un entorno empresarial, ningún individuo necesariamente posee todas las respuestas o habilidades necesarias para resolver problemas complejos. Es aquí donde un equipo bien estructurado puede sobresalir, ofreciendo soluciones creativas y eficaces que un individuo solo no podría alcanzar por si solo.

En el sector público, el trabajo en equipo es igualmente crucial. Las instituciones gubernamentales se enfrentan a desafíos únicos que requieren la colaboración de diversos profesionales. Desde la implementación de políticas públicas hasta la gestión de servicios esenciales, el éxito de estas entidades depende en gran medida de la capacidad de sus equipos para trabajar juntos de manera efectiva, por esto es imprescindible validar los perfiles técnico/profesionales para cada posición en una estructura organizacional.

En cualquier institución, todos los miembros deben ser capaces de comprender que la responsabilidad es compartida y el compromiso con los objetivos organizacionales debe estar impregnado en cada uno de los colaboradores de la pirámide. Esto solo es posible cuando se tiene un liderazgo claro, preparado, honesto, firme y con la capacidad de valorar y cohesionar a las personas. Cuando el liderazgo y los miembros de un equipo entienden que su éxito está interconectado, están más dispuestos a colaborar y a esforzarse al máximo. Este sentido de responsabilidad conjunta puede traducirse en una mayor motivación y satisfacción laboral, factores clave para la retención del talento.

Dentro de un equipo de trabajo, existen varios roles fundamentales que deben ser cubiertos para asegurar su buen funcionamiento. El rol de liderazgo: Quien ocupe esta función debería ser capaz de dar dirección certera y enfoque en objetivos claros, tomando decisiones estratégicas, valorando a las personas y respetándolas por sus capacidades y su esfuerzo, y motivando cada día con su propio ejemplo. Sin confianza en quien ocupe la posición de liderazgo, el barco queda a la deriva o llega a cualquier puerto sin rumbo seguro.

El rol de dirección/gerencia: Dependiendo de la estructura organizacional, debajo de una presidencia o dirección general, existe otro rol directivo y de liderazgo, que debe cumplir con competencias y habilidades similares pero con la responsabilidad de estructurar, planificar y coordinar la alineación de los equipos que le reportan o de los manos medios. Esta figura debe asegurar que todos los miembros tengan los recursos que precisen para realizar su trabajo, debe delegar, supervisar y acompañar, alentando además cada día a superar obstáculos de manera constructiva.

En toda empresa o institución, los miembros del equipo son quienes aportan sus habilidades y conocimientos específicos para la consecución de los objetivos. Su responsabilidad incluye comunicarse de manera efectiva, colaborar con sus compañeros y buscar la ayuda del líder cuando sea necesario. La diversidad de habilidades y perspectivas de los miembros es lo que hace que el equipo sea robusto y adaptable.

¿Cómo se logran resultados sin un liderazgo verdaderamente capaz?, ¿Cómo se motiva a la gente sin organización ni control?, ¿Cómo se trabaja en equipo sin una estructura respetada y definida?, ¿Cómo se trabaja sin recursos?, ¿Cómo se conforma un equipo sin las habilidades y competencias necesarias?

Es de vital importancia para capitanear un barco, contar con los conocimientos, con la vocación, con la visión, con las habilidades y cualidades humanas, y con un equipo que igualmente esté acorde a las posiciones que necesitamos para lograr el éxito de la misión. Comprender que la sinergia creada por un equipo capacitado y cohesionado puede llevar a resultados que superan las expectativas individuales debe ser primario en la mentalidad de quien ocupa una posición de líder.

En el sector público, un verdadero liderazgo se debe poder traducir en una mayor eficiencia en la prestación de servicios, en una mejor respuesta a las necesidades de la ciudadanía y una utilización más efectiva de los recursos públicos. Los equipos de trabajo bien coordinados en las instituciones gubernamentales pueden desarrollar políticas más efectivas y programas que realmente marquen la diferencia en la vida de las personas.

La importancia del trabajo en equipo en el entorno organizacional es indiscutible, tanto en el sector privado como en el servicio público, en un liderazgo y equipo positivo se puede crear un círculo virtuoso de productividad y satisfacción donde no solo se alcancen las metas de la institución sino también se alcance el desarrollo personal y profesional de los miembros.

La capacidad de dirigir y trabajar en equipo es una habilidad invaluable en el mundo laboral moderno.