En un artículo sobre la filosofía que guía a los últimos tecnócratas de Silicon Valley, Delia Rodríguez, periodista especializada en tecnología y medios, nos muestra los supuestos ideológicos de esta nueva generación de empresarios que, adhiriéndose a las posturas de la extrema derecha, propagan la desinformación y obtienen ganancias millonarias de su explotación económica y política. (https://elpais.com/ideas/2025-02-02/la-filosofia-ultraindividualista-de-silicon-valley-quiere-conquistar-el-mundo.html).
Los nuevos emprendedores de “El Valle” postulan los viejos clisés individualistas que hacen dudar de toda autoridad epistémica mientras incitan “a pensar por ti mismo”. Esta consigna, proclamada por el filósofo Inmanuel Kant como el lema de la Ilustración, significaba cuestionar el dogma, el prejuicio y la autoridad no fundamentada. Hoy, ha sido resignificado mediante la exaltación de la individualidad sin límites y la explotación de la emotividad, así como por la incitación a la polarización ideológica y a la exaltación de la creencia individual no justificada.
El pensamiento autónomo estimulado por la Ilustración estimuló el debate público moderno porque no estaba aislado de una racionalidad común, la que hace posible el espacio público y la política como una actividad ciudadana. Nada que ver con el “pensar por sí mismo” proclamado por estos nuevos tecnócratas y que destruye la esfera pública con la reconfiguración tecnológica del mundo para fines comerciales, el endiosiamiento de gobernantes autoritarios, la posverdad, la polarización y el iliberalismo.
En el artículo señalado, el sociólogo Manuel Castells afirma que estos tecnócratas son la más reciente expresión de un proceso que él clasifica en tres etapas: la primera -en la que surgieron figuras como Bill Gates y Steve Jobs- prevalece un modelo de innovación individualista pero empático con valores comunitarios; la segunda etapa, surgida en los años 90, ve emerger innovadores que tomaron distancia de los compromisos sociales de la primera fase con un interés fundamental en el lucro, pero con tendencias liberales o tolerantes a los discursos de inclusión; finalmente, la tercera fase, emergente desde el 2010, constituye el momento en que emergieron tecnócratas que a sus deseos de acumulación económica, sumaron la vocación por un poder absoluto y la ahesión a posturas politicas iliberales.
Estos nuevos innovadores son peligrosos porque están convencidos de su superioridad intelectual y carecen de escrúpulos morales, poseen una concepción ultra competitiva de la vida social y creen en la existencia de individuos superiores que prevalecen sobre los demás, con derecho a transgredir las normas morales que solo existen para los débiles. Proclaman un discurso pseudoliberal en el que defiende un concepto irreal de libertad, entendido como un bien personal ilimitado, no como el bien relacional que, sin limites, se reduce a obsesión de poder, violencia y crueldad.