“La guerra es malvada, absurda e inaceptable en el siglo XXI”, declaró el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en abril 2022 a propósito de la guerra entre Ucrania y Rusia.

“La Guerra aumenta el odio, multiplica la venganza… La guerra suprime el futuro”, expresó el papa Francisco en octubre 2023, refiriéndose a la guerra entre el Hamas y Israel.

A pesar de las opiniones de incontestables líderes mundiales, los focos inflamables de la geopolítica se encienden sucesivamente y estremecen el mundo captando toda la atención, relegando la primacía del caso anterior. Durante casi dos años la guerra en Ucrania fue el punto de mira principal con los temores de escalada nuclear en Europa, millones de refugiados, pérdidas severas de ambos lados y amenazas de crisis económica mundial.

Desde el fatídico 7 de octubre se ha reabierto un capítulo del interminable conflicto israelo-palestino. Desde 1948 y la creación del estado de Israel, esta tierra santa para varias de las grandes religiones ha sido el escenario de guerras, operaciones militares y planes que han hecho abortar la cohabitación de dos pueblos.

La quintaesencia del horror y la violencia de las guerras se ha revelado frente a nuestros ojos incrédulos con la muerte en medio de tantas otras muertes de Alon, Yotam y Samer, tres de los rehenes israelíes que se encontraban todavía en manos del Hamas.

Soportaron durante más de dos meses su cautiverio en condiciones indescriptibles, sometidos a situaciones de crueldad y sobrevivieron a los bombardeos. Sin lugar a duda temblaron de emoción y de ilusiones al oír voces hablar en hebreo cerca de ellos, pensaron que sus sufrimientos habían terminado, salieron con una bandera blanca. Se imaginaban ya en casa y no obstante fueron acribillados por los propios militares de Tsahal al identificarlos erróneamente como terroristas.

Estos actos hacen parte de lo que llaman los daños colaterales de la guerra y sus absurdos. ¿Pero será una verdadera guerra la que opone lo que se supone ser uno de los mejores ejércitos convencionales del mundo a una guerrilla sui generis que opera desde hace años en un mundo subterráneo de túneles que recorren todo el subsuelo de la banda de Gaza?

Estas tres muertes demuestran también que la búsqueda de los rehenes no es la prioridad de los militares israelíes y que quizás perdidos y confusos, pero entrenados para destruir y para hacer el vacío frente a ellos, no repararon ni siquiera en el significado universal de una bandera blanca.

Varios miles de personas manifestaron el sábado en Israel para pedir el regreso de los rehenes. Ojalá se produjera un punto de inflexión en la guerra, que estas muertes no sean en vano contribuyendo a detener la masacre de inocentes israelíes y de inocentes palestinos, y que las insoportables escenas de guerra y de víctimas en Israel, Palestina y Europa del este empañen aún más estas navidades.