La sociedad y la educación del país han experimentado cambios significativos en las últimas décadas. Hay indicadores que no nos dejan mentir. Esto no invalida las críticas que, tanto la sociedad como la educación, reciben diariamente, por su falta de institucionalidad, la primera; y por el déficit de calidad y de resultados de aprendizajes efectivos, la segunda. Por ende, ambos ámbitos requieren acciones y procesos que les aporten fundamentación y referentes socioeducativos, políticos y económicos que les asegure un funcionamiento eficiente y actualizado. En este sentido, cualquier vía que habilite a la sociedad y a la educación para responder a la altura de los tiempos en los que actúan ha de ser acogida e impulsada.
En esta dirección, valoramos de forma significativa la política educativa del sistema educativo de la República Dominicana que legitima la evaluación del desempeño docente. Este proceso ha de buscar, fundamentalmente, el descubrimiento de las habilidades y capacidades más robustas del profesorado y de los gestores educativos, así como la identificación de las dimensiones que demandan fortalecimiento e impulso. La evaluación de desempeño no se ha de utilizar para penalizar a ningún docente; tampoco para encubrir sus carencias académicas y valóricas; mucho menos para instrumentar venganza político-partidaria. Sólo tiene sentido la evaluación de desempeño que potencia las capacidades y el trabajo de los evaluados, del sistema educativo y de la sociedad.
Pero, las bondades de la evaluación de desempeño no se agotan en las personas evaluadas. Sus resultados trascienden más allá de los sujetos; impactan el desarrollo socioeconómico y político de la República Dominicana. Esto demanda, por lo tanto, el interés y el compromiso de la ciudadanía. Es una responsabilidad de la sociedad consciente demandar la evaluación de desempeño, no sólo para los profesores y gestores del sector educativo. Ha de exigirlo para todos los funcionarios, empezando por los funcionarios del Ministerio de Educación de la República Dominicana. La evaluación de desempeño requiere una mirada y una aplicación inclusiva e integral.
En este marco, la resistencia de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) a una aprobación con el valor mínimo de setenta puntos en la evaluación de desempeño es contradictoria y contraproducente. Si un profesor al ser evaluado no alcanza setenta puntos, ¿con qué calidad y con qué autoridad puede exigirles a los estudiantes una producción cualificada? De igual modo, ¿con qué fundamentación e innovación desarrollará su trabajo en tiempos de cambios científico-tecnológicos, socioeconómicos y ecológicos? La ADP se coloca fuera de la historia, obvia las prioridades de la sociedad dominicana. Aún más, les niega a sus afiliados la oportunidad de fortalecer sus competencias y el significado de su función social y educativa.
Como profesora, tengo claro, por experiencia y formación, que la evaluación del desempeño es un rasgo natural de un proceso educativo comprometido con la eficiencia educativa y con el desarrollo socioeconómico y político de la sociedad. Por el momento, disiento con respecto a la evaluación de desempeño en dos aspectos: primero, no estoy de acuerdo con que se mantengan en el sistema educativo los profesores o gestores que al ser evaluados alcanzan un puntaje por debajo de 70; segundo, la evaluación es excluyente, debe ser más integral para que los funcionarios que dirigen el sistema educativo, también, sean evaluados. Se necesita una evaluación más inclusiva y con rigor.
A pesar de esta disidencia, apoyo y apoyaré que los docentes dominicanos fortalezcan sus competencias profesionales y sociales. Continuaré trabajando para que sean, cada vez más, actores cualificados, por la solidez de su formación; y por sus habilidades para motivar y generar aprendizajes con significados para cada estudiante y para las colectividades. Animo a todos los docentes a mantenerse abiertos a la evaluación de desempeño. No teman, ustedes pueden esforzarse y salir airosos. Los procesos educativos vinculados a la evaluación resignifican la visión y la práctica de los profesores evaluados y del centro educativo en el que desarrollan su trabajo.
¡Adelante profesores! Ustedes pueden ayudar a que el liderazgo del sindicato resitúe su posición y le confiera a su visión sobre la evaluación de desempeño otra direccionalidad a favor de la calidad profesional y de la eficiencia educativa y social.